Las competiciones deportivas, de cualquier modalidad, son muy propicias para las revanchas y, si se producen dentro de unos cauces, se convierten en uno de los grandes atractivos del juego, más cuando están implicadas las grandes figuras.

La última jornada llegaba con dos choques de este estilo y, al menos esta vez, respondieron plenamente a las expectativas. El Atlético de Madrid volvía a jugar un partido europeo con ese nombre, camiseta rojiblanca y en Madrid 20 años después de que Jesús Gil se cargara el balonmano del club atlético. Y le añadía morbo que lo hiciera contra el Chekhovskie ruso, el equipo de Vladimir Maksimov, la figura más importante del balonmano soviético y ruso desde hace... desde siempre. Maksimov se lleva a matar con el entrenador del Atlético, Talant Duishebaev, a quien nunca perdonó que se nacionalizara español cuando era la estrella del balonmano ruso.

El partido acabó en empate a 30 -dos empates en dos partidos para los rusos-, pero la forma en que se produjo fue espectacular. A unos segundos del final García Parrondo estrellaba un balón en el poste en inmejorable posición, y el rechace le caía a Filippov, que lanzó un contrataque que acabó en penalti. Con el reloj a cero lo transformó el veteranísimo Koksharov.

El otro partido de traca era la visita del Montpellier al THW Kiel. Los alemanes llevaban 23 victorias consecutivas entre pretemporada (14) y partidos oficiales (9), pero el Montpellier venía liderado por el mejor jugador del mundo, el francés Nikola Karabatic, y se da la circunstancia de que sólamente ha jugado en dos clubes en su vida: Montpellier y THW Kiel (cuatro años, antes de volver a casa). Otro detalle más, el reconocidísimo portero francés del Kiel, Thierry Omeyer, ya ha confirmado que volverá a Francia en 2013 para jugar... en Montpellier.

Omeyer estuvo inmenso (17 paradas), pero la tremenda defensa francesa dejó en 9 goles a los alemanes en la segunda parte, y su lateral Accambray (8 tantos) lideró el 23-24 definitivo.