Iñaki SOTO Director de GARA

La Conferencia Internacional para Promover la Resolución del Conflicto en Euskal Herria, que tendrá lugar el próximo lunes en la Casa de la Paz de Donostia, supone un importante aval internacional al proceso político en marcha. Venga quien venga a Donostia, y no cabe duda de que serán personalidades de gran relevancia y referencialidad dentro de la comunidad internacional, una de las aportaciones básicas y más importantes que van a hacer será la de situar el conflicto vasco como lo que realmente es: un conflicto político cuya fase armada se debe cerrar cuanto antes para poder avanzar en el respeto de la voluntad de quienes aquí habitan, dentro de un marco de acuerdos políticos complejos pero que, como mínimo, deben de ser inclusivos y democráticos.

Es decir, ha llegado el tiempo de acometer la tarea pendiente desde la muerte de Franco. No porque lo digan grandes personalidades o porque lo exija la izquierda abertzale, sino porque es una demanda compartida por una gran parte de la sociedad vasca, cuyas aspiraciones políticas son legítimas y democráticas y deben tener cauce por vías políticas y pacíficas.

Antes o después, el Estado español deberá demostrar si, realmente, sin violencia todo lo que sea democrático es posible, tal y como ha repetido durante mucho tiempo. Antes o después, el Estado francés deberá decidir si asume el respeto a la pluralidad cultural, también dentro de su territorio, y si atiende las legítimas demandas sociopolíticas asociadas a ese hecho. Si la respuesta es no, la comunidad internacional deja de ser un aliado para promover políticas de segregación y pasa a ser un testigo incómodo.

Jonathan Powell, quien fuera jefe de Gabinete de Tony Blair y responsable de las negociaciones en Irlanda por parte de los británicos, realizó ayer un sentido alegato en la rueda de prensa para presentar esta iniciativa de paz. Su principal mensaje fue que hay que aprovechar esta oportunidad.

Powell combinó en su alocución lugares comunes dentro de los procesos de resolución de conflictos -la necesidad de abandonar la retórica de vencedores y vencidos; que la paz se hace hablando con los enemigos, no sólo con los amigos...- con referencias a su experiencia particular en el Norte de Irlanda -especialmente la frustración que generan los vaivenes del proceso y cómo fue cambiando su relación con los líderes republicanos según avanzaban las negociaciones-.

Su experiencia tiene un valor añadido, dado que representó en su día la posición del Estado en un proceso de esta clase. No fue la voz de la insurgencia. Nadie puede ahora acusar a Powell de connivencia con la izquierda abertzale o con ETA. Si alguien toma ese camino estará, sencillamente, haciendo el ridículo.

Me gustaría subrayar que abrir una ventana de oportunidad a la paz y la democracia en Euskal Herria exige cerrar las puertas a la irresponsabilidad. Los políticos se retratarán el lunes, al acudir o no a esta cita con la paz y el futuro del país. Los medios de comunicación, por nuestra parte, debemos aportar todo lo que podamos antes, durante y después de dicha cita. Éste es nuestro compromiso.