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Alberto Pradilla | Periodista

Netanyahu se disfraza de «paloma» para liberar a Shalit

 

Benjamin Netanyahu gana por la izquierda el crédito necesario para impulsar sus políticas derechistas. Para comprender esta paradoja hay que señalar que en Israel, una de las principales diferencias estéticas entre progresismo (con tantas comillas que no caben en esta columna) y conservadurismo consiste en la discusión entre palomas y halcones en relación a los palestinos. En teoría, unos defienden el compromiso nunca definido mientras que los otros, la mano dura. En la práctica, todos buscan lo mismo. Negociar con Hamas para obtener la libertad de Gilad Shalit era, en teoría, una estrategia de «la izquierda». Por eso, cuando Netanyahu apareció como favorito para liderar el gobierno de Tel Aviv, Noam Shalit confesaba en una entrevista a GARA su desazón ante la certeza de que un Ejecutivo Likud-Israel Beitenu-Shas (derecha-extrema derecha-súper extrema derecha religiosa), disminuiría a menos de cero las posibilidades de ver vivo a su hijo. Finalmente (¿no fue siempre así?), un halcón ha firmado el pacto y liberará a 1.027 prisioneros. Con esta jugada, el Netanyahu inflexible gana crédito ante la comunidad internacional, vendiendo una imagen de líder que realiza dolorosas concesiones. El argumento perfecto para pisar el acelerador en la política de colonización o en sus leyes racistas, blanqueando su ofensiva con el clásico «yo ya he cedido todo lo que podía». En el fondo, para Netanyahu es una operación de marketing político que no mira hacia la solución sino a reforzar sus posiciones. Por lo menos, un millar de presos regresan a casa. Un tanto para la resistencia.

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