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Cientos de miles de personas exigen «democracia real» en todo el planeta

Desde Tokio y sus lemas antinucleares hasta Nueva York y la denuncia a Wall Street, cientos de miles de personas reclamaron ayer «democracia real» en mil ciudades de más de ochenta países, en una jornada de protesta global comparable al 15 de febrero de 2003, cuando una movilización planetaria exigió, sin éxito, que Bush y sus aliados dejasen en paz al pueblo iraquí. Los manifestantes árabes, inspiradores del movimiento, fueron los grandes ausentes de la cita de ayer.

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Jose Angel ORIA

La protesta mundial convocada ayer, bajo el lema «Unidos por un cambio global», tuvo una participación desigual en los países de Asia y Oceanía, los primeros en expresarse, tanto en la calle como en las redes sociales. Según las agencias internacionales, desde las prohibiciones de concentraciones en lugares como Singapur, donde rara vez se concede permiso para una protesta, o la aparente total ausencia de repercusión en China continental, las manifestaciones, pacíficas y festivas, tuvieron mayor repercusión en Australia y Nueva Zelanda.

La variedad de lemas y la diversidad de organizaciones que mostraron su apoyo a la convocatoria de marchas populares y concentraciones en 951 ciudades de 82 países no movilizaron en esta parte del planeta a grandes masas de ciudadanos.

«¡Sydney está ocupada!, la asamblea general decidió quedarse en Martin Place», rezaba un mensaje difundido en una red social del movimiento Occupy Sydney, al referirse a la calle frente a la sede del Banco de la Reserva de Australia, en el corazón financiero.

Los manifestantes de Sydney emulaban la acción de Occupy Wall Street en el centro financiero de Nueva York, entre otras movilizaciones para protestar contra la crisis económica y los abusos del sector financiero.

Hace unos días, en el aperitivo neoyorquino de la movilización global de ayer que tiene lugar desde hace un mes en Wall Street y alrededores, la escritora Naomi Klein destacó la importancia de este movimiento, como han hecho figuras tan conocidas como Noam Chomsky, Eduardo Galeano o Vandana Shiva.

«Hemos buscado el enfrentamiento con las fuerzas económicas y políticas más poderosas del planeta -les dijo Klein a los manifestantes de Nueva York-. Da miedo. Y a medida que este movimiento crezca cada vez más fuerte, se hará más temible. Siempre hay que ser consciente de que existirá una tentación de pasar a objetivos más pequeños, como, digamos, la persona sentada junto a ti en esta reunión. Después de todo, es una batalla que es más fácil de ganar».

«Tratémonos como si tuviéramos la intención de trabajar codo con codo en la lucha durante muchos, muchos años. Porque la tarea que tenemos por delante no exigirá nada menos. Tratemos este hermoso movimiento como la cosa más importante del mundo. Porque lo es. Realmente lo es», sentenció.

En Tokio, un centenar de manifestantes recorrieron bajo la lluvia el centro de la ciudad. Los manifestantes pasaron por la sede de Tokyo Electric Power (TEPCO), operadora de la central atómica de Fukushima Daiichi, epicentro de la catástrofe nuclear del 11 de marzo. Chiyoharu Yamasaki, de 64 años, llegó a la manifestación desde la cercana población de Yokohama y quedó «sorprendido» por la poca acogida que la protesta tuvo entre los jóvenes. «Los japoneses nunca se movilizan, incluso cuando se han sentido enfadados por algo. Pensé que había llegado el momento. Los jóvenes japoneses deberían hablar más», afirmó a la agencia Kyodo.

Mientras en China la convocatoria mundial apenas tenía eco, centenares de personas se concentraban en Taipei, la capital de Taiwán, y en la ex colonia británica de Hong Kong, con cánticos de protesta y pancartas en los corazones financieros de las dos metrópolis.

Las voces de los indignados llegaron horas más tarde a capitales europeas como Berlín, Londres, Amsterdam, París, Barcelona o Roma. En Madrid, ciudad desde la que partió la propuesta original, diversas columnas salieron de los barrios para confluir por la tarde en la Puerta del Sol. En numerosas ciudades españolas se registraron movilizaciones de miles de personas, lo que se repitió en la vecina Portugal, otro de los países que ya le ha visto las orejas al lobo de la actual crisis.

El fundador de Wikileaks, Julian Assange, actualmente en libertad bajo fianza, se sumó a las protestas en Londres. La Policía prohibió a Assange utilizar una máscara en la manifestación y, según explicaba el periódico «The Guardian», el activista de origen australiano se abrió paso por el cordón policial seguido por una comitiva al grito de «Julian, Julian». Assange habló del «sistema avaro y corrupto que ha unido a la gente desde El Cairo a Londres. Este movimiento no es la destrucción de la ley, sino la construcción de la ley».

En Bélgica, varios miles de personas protestaron ante las principales instituciones europeas: la Comisión, el Consejo y el Parlamento Europeo. Los indignados, de todas las edades y numerosas nacionalidades, portaban pancartas principalmente contrarias a la respuesta europea a la crisis financiera, al sistema capitalista y en favor de la movilización ciudadana.

Unas 5.000 personas salieron a las calles de Fráncfort en dirección a la sede del Banco Central Europeo (BCE). En otras ciudades alemanas, como Berlín, Múnich, Colonia, Hamburgo, Hannover y Stuttgart, también se registraron marchas multitudinarias de protesta.

La convocatoria internacional por un cambio global ha tenido escaso seguimiento en los países árabes, donde sólo hubo manifestaciones en Egipto, en Jordania y en Marruecos. En el país del Nilo, cuya población logró que el presidente Mubarak dejase el cargo, una veintena de manifestantes se congregaba a última hora de la tarde en la plaza cairota de Tahrir, epicentro de la pasada revolución egipcia. Algunos de los participantes señalaron que habían participado en una marcha desde el denominado World Trade Center hasta la emblemática plaza para protestar contra la pobreza y pedir la paz en el mundo. «Hemos venido aquí para respaldar las manifestaciones que hay en otros lugares del mundo como Estados Unidos o Europa», dijo el manifestante Ahmad Abuzid, profesor de Arte. Los trágicos choques recientes entre coptos y policías restaron participación a la movilización en El Cairo.

La Policía cargó contra varias decenas de manifestantes marroquíes que habían respondido en Rabat al llamamiento mundial de marchas de los «indignados», quienes fueron además agredidos por grupos de jóvenes promonárquicos. En un primer momento, los «indignados» marroquíes intentaron concentrarse frente a una mezquita, pero la Policía los dispersó, al igual que a los periodistas que cubrían el acto, con el argumento de que aquella no era una concentración autorizada.

A la hora de cerrar esta edición ya se habían iniciado las movilizaciones en el continente americano. Unas 2.000 personas del movimiento Ocupa Wall Street marchaban por el distrito financiero de Nueva York secundando la convocatoria global. Fue la primera gran marcha del día, que culminaría con una concentración en Times Square. Entre batucadas y canciones, los manifestantes corearon consignas como «A nosotros nos venden, a los bancos los rescatan».

«Estas protestas ya están consiguiendo algo. El diálogo está surgiendo en todo el mundo», explicó uno de los manifestantes, Jordan Smith, un joven de San Francisco que lleva diez días acampado en Wall Street.

La convocatoria de protesta global tuvo eco en otras ciudades de América del Norte como Washington o Toronto, donde miles de personas se concentraron pacíficamente en el céntrico St. James Park.

Miles de vascos por «el cambio global»
BARCELONA

300 personas que habían participado en la marcha del 15-M ocuparon anoche un edificio de obra nueva en el barrio de Verdún con varias viviendas vacías para que puedan alojarse en ellas personas afectadas por desahucios

Miles de personas se manifestaron en las capitales vascas bajo el lema «Unidos por el cambio global. Denok Aldaketa globalaren alde» convocadas por el movimiento 15-M.

En Bilbo, unas 11.000 personas, según cálculos de la Policía Municipal, marcharon en un ambiente festivo desde el Sagrado Corazón hasta la plaza del Teatro Arriaga. Lemas como «No es una crisis, es una estafa», «únete, a ti también te roban», o «hace falta ya una huelga general», fueron coreados a lo largo de la marcha.

En Gasteiz, 3.000 personas participaron en la manifestación que concluyó en la Plaza de la Virgen Blanca. Los manifestantes corearon numerosos gritos en contra de los banqueros y del actual sistema. Al concluir la marcha, los organizadores leyeron un manifiesto en el que aseguran que ya no están «indignados» ni asustados, sino que lo que están es «hartos».

En Donostia, varios miles de personas también se manifestaron contra el sistema, y en Iruñea cientos de personas se reunieron anoche en la Plaza del Castillo para rechazar a los mercados y a los políticos que siguen sus dictados. GARA

HESSEL

El escritor Stéphane Hessel, autor de los libros «¡Indignaos!» y «¡Comprometeos!», aconsejó a quienes se sumaron a la protesta que tengan la confianza necesaria para lograr la transformación que reclaman.

BERLUSCONI

Berlusconi prometió que perseguirá a los «culpables» de la batalla campal de Roma. «Los increíbles niveles de violencia provocados por un numeroso grupo de alborotadores son una señal preocupante para la vida civil».

ISRAEL

Cientos de «indignados» israelíes, que en los últimos meses han protagonizado las protestas sociales más importantes de la historia del país, se unieron ayer al movimiento mundial de protesta.

Setenta heridos en la batalla campal de Roma tras una de las marchas más multitudinarias

Más de setenta personas resultaron heridas, tres de ellas de gravedad, como consecuencia de los choques entre policías y grupos de manifestantes durante la marcha del 15-O en Roma, según los gobernantes. La Policía italiana explicó que cargó contra los manifestantes en la céntrica plaza de San Giovanni debido «a las agresiones de grupos de manifestantes violentos infiltrados en la marcha, mayoritariamente pacífica». Fueron incendiados varios vehículos, incluido un furgón policial.

La plaza romana de San Juan de Letrán, punto de llegada de la manifestación de los indignados en la ciudad, se transformó súbitamente en un campo de batalla, con gases lacrimógenos y cargas policiales. Hacia las seis y media de la tarde, grupos de encapuchados seguían hostigando a las fuerzas policiales, lanzando adoquines, piedras y granadas de humo contra los vehículos de la Policía, que intentaban maniobrar entre la muchedumbre.

La Policía intentó cargar contra los encapuchados, sembrando el pánico entre los otros manifestantes, que empezaban a llegar a la plaza. Muchos de ellos, y algunos turistas despistados, se refugiaron en las escaleras o en el interior de la iglesia más antigua de Roma, San Juan de Letrán. Decenas de manifestantes abandonaron la plaza con los brazos en alto, para no ser confundidos con los encapuchados.

«Me da asco. Es culpa del Gobierno, que ha obligado a los jóvenes a comportarse así. No nos dan elección», comentó Laura, de 23 años. «Es increíble», añadía Roberto, de 50 años. Según él, la Policía transformó la manifestación «en disturbios. Podríamos habernos manifestado pacíficamente», aseguraba. Cerca de la plaza, donde la circulación no se vio interrumpida, algunos coches de lujo fueron recibidos con pedradas. Otros zigzagueaban entre basura quemada. Según la organización, unas 200.000 personas participaron en la marcha de Roma, una de las más multitudinarias de la jornada, junto a las de Madrid y Barcelona. Al comienzo, desconocidos rompieron las fachadas de dos bancos en la vía Cavour y se dieron a la fuga.

«Una sola solución, la Revolución», se leía en las pancartas. Un grupo llevaba un féretro con el nombre de Silvio Berlusconi. Ella IDE (AFP)

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