Los gobiernos de Tel Aviv y El Cairo realizaron ayer el anunciado canje de 25 prisioneros egipcios y un espía israelí.

Al cruzar el paso fronterizo de Taba entre Israel y la Península del Sinaí, algunos de los hasta ayer prisioneros egipcios se postraron mirando al sol y agradeciendo su libertad. Los primeros en llegar fueron tres menores, dos de 15 años y uno de 16, detenidos por inflitrarse en territorio del Estado sionista. El resto de prisioneros fueron condenados por delitos como tráfico de armas y drogas o infiltración ilegal.

Todos ellos fueron recibidos por un comité integrado por el gobernador del sur del Sinaí, Jaled Fauda, y otras autoridades locales, que les entregaron coronas de flores y banderas egipcias.

Sólo cuando fueron reconocidos por los jefes de sus respectivas tribus, el Gobierno egipcio procedió a entregar a Israel a Ilan Grapel, un espía que, según la Fiscalía egipcia, habría sido enviado a El Cairo en el contexto de la revolución que acabó con el derrocamiento del rais Mubarak. Presentado como un agente del Mossad, Grapel participó como soldado en la última agresión israelí a Líbano en 2006.

Este intercambio se inscribe en el contexto de la mediación egipcia para el canje entre un millar de prisioneros palestinos y el tanquista israelí Gilad Shalit, capturado hace cinco años en Gaza.

El canje se produce cuando que las relaciones entre Israel y Egipto atraviesan una crisis tras un ataque mortal sionista contra los egipcios.