Tijeretazo a la educación pública
Amplio respaldo a la huelga contra los recortes educativos en Nafarroa
Profesores y alumnos fueron ayer a la huelga contra el tijeretazo aplicado este año a la Educación Pública y que se ampliará en los presupuestos educativos del año próximo. Al término de una multitudinaria manifestación en Iruñea, la Policía cargó y detuvo un menor.
Aritz INTXUSTA | IRUÑEA
Alde Zaharra bullía de gente una hora antes de que la manifestación saliera desde la Consejería de Educación. Eran miles las personas que se sumaron a la protesta, dejando vacías las aulas en la jornada de huelga convocada por los sindicatos LAB, STEE-EILAS, CCOO, CSIF y ELA. La marcha debía de haber arrancado a las doce del mediodía, pero había tantas personas que la cabecera tardó en salir más de 20 minutos.
No obstante, lo que era una jornada de protesta pacífica, acabó con cargas policiales contra los estudiantes por las calles de Alde Zaharra en una acción coordinada entre la Policía Foral (que lanzó la primera carga) y la Policía española. El resultado fue decenas de menores agredidos y un detenido de 16 años, al que se le acusa de «alteración grave del orden público».
Según los convocantes, más de la mitad del profesorado secundó la huelga, pese a que los servicios mínimos fijados fueron, a su juicio, «abusivos». Los sindicatos calculan que dos de cada tres profesores apoyaron la manifestación de ayer. Además, añadieron que en más de 70 centros el paro fue total. El Gobierno navarro desinfló estas cifras en su nota, calculando que el seguimiento fue del 33,8%. En este sentido, caber remarcar que los sindicatos convocantes cuentan con el apoyo del 60% del profesorado y que, a preguntas de este medio, muchos de los docentes movilizados ayer reconocieron no estar adscritos a ninguna de estas centrales.
La principal movilización de la jornada de huelga fue en Iruñea, donde transcurrió una marcha multitudinaria, en la que participaron miles de personas. Esta protesta fue respaldada por concentraciones en varias localidades de Nafarroa, como Tutera, Doneztebe o Lizarra, entre otras. Pese a todo, muchos profesores que ejercen en centros fuera de la capital navarra participaron en la manifestación de Iruñea. Por ejemplo, tras la única pancarta negra de las muchas que se vieron en la enorme protesta estaba el colectivo de profesores rurales, a pesar de que sus servicios mínimos son muy estrictos.
La marcha partió desde la sede de la Consejería de Educación, pasando por la Plaza del Ayuntamiento y la Plaza del Castillo, para terminar junto a las puertas del Parlamento navarro. Una vez allí, los sindicatos consideraron que su cadena de movilizaciones (concentraciones semanales, paros de dos horas, la gran manifestación del pasado sábado y la huelga de ayer) han conseguido efectos prácticos. Entre otros, destacaron que la Consejería ha ampliado en cuatro millones de euros su partida para las sustiticiones. Aun así, las posturas siguen estando muy distantes. Según explicaron, los Presupuestos para el año próximo suponen un nuevo recorte en el ratio de inversión por alumno del 4,5%. Esto significa que, en dos años, el tijeretazo ha sido del 12,5% por cada escolar. En consecuencia, los sindicatos mostraron su voluntad de continuar con las movilizaciones y volvieron a reclamar una negociación «seria y con propuestas por escrito».
La igualdad de oportunidades
Más allá de forzar una nueva negociación, muchos de los profesores entendían la huelga de ayer como un «basta ya» a la depauperación de la educación pública. «Venimos aquí para mostrar nuestro descontento y para frenar lo que queda por venir», señalaba Javier Egaña, un profesor de Iruñea presente en la manifestación. Su colega Beatriz Celay subrayó que «hay que movilizarse en contra de todos los recortes de lo público. Hoy toca Educación, mañana será otra cosa».
Otra docente, Nieves Pagola, afirmó que «el Departamento no cree en la educación pública. No tenemos los peores alumnos, tenemos los alumnos más difíciles y por eso tienen que apostar por nosotros. Sólo la educación pública garantiza la igualdad de oportunidades. Los hijos de un cajero de supermercado no tienen por que ser cajeros, deben tener la oportunidad de, con su esfuerzo, convertirse en lo que quieran ser. Por eso estamos aquí». Por su parte, el director del centro Donapea, Luis Javier del Portillo, consideró que «los recortes van a afectar de manera más grave a los sectores menos favorecidos. Está bastante claro que cualquier reducción del presupuesto educativo supone un riesgo más de exclusión social». Del Portillo, además, afirmó que «si no nos movemos, esto seguirá».
Un profesor del centro de Formación Profesional de Tafalla se lamentaba de que el tijeretazo les llega cuando ya andaban bajo mínimos. «Se me ha roto el mando de un aparato de corte por láser. He pasado un presupuesto de 12.000 euros y me han dicho que no hay dinero. Tendré todo el año la máquina parada. Las aparatos que tienen la mayoría de centros están viejos, gastados, porque hace muchos años que no se invierte. No sé cómo vamos a aguantar», se lamentaba.
Tensión y enfrentamientos
La tensión entre los estudiantes que respaldaron la jornada de movilizaciones y la Policía fue palpable desde el comienzo. Mientras la gran manifestación salía desde la Consejería de Educación, un grupo de entre doscientos y trescientos jóvenes se concentró frente al Parlamento. Poco después, buena parte de ellos se sentaron en la carretera cortando una de las carreteras que flanquean el Paseo Sarasate, junto al Banco Sabadell. La sentada provocó un pequeño atasco y la Policía Foral (de uniforme negro) amenazó con cargar. Se vivieron algunos momentos de tensión, pero dos parlamentarios de Bildu (Bakartxo Ruiz y Víctor Moreno) así como Patxi Leuza, de NaBai, mediaron con el mando para pedirle paciencia. Esta sentada se prolongó durante unos veinte minutos a la espera de que llegase la cabecera de la manifestación, que había salido tarde y se movía muy lentamente.
Una vez profesores y alumnos estuvieron juntos se dio por finalizada la sentada. No obstante, tras la lectura del comunicado, los alumnos se decidieron continuar con su protesta a la sede de la Consejería. Un retén de la Policía Foral les esperaba y, cuando intentaron acceder al edificio público, los agentes saltaron a por ellos. Varios testigos confirmaron que, en la primera carrera, subiendo la cuesta de Santo Domingo, se quedaron rezagados dos jóvenes, que fueron aporreados. Al menos uno de ellos es menor. Por otro lado, un alumno de 15 años fue alcanzado por una pelota de goma en una pierna.
La Policía, con unidades cortando las calles de Alde Zaharra, los encaminó hasta la calle Descalzos, junto a los ascensores. Allí, dos grupos de policías los encerraron y se volvieron a registrar golpes. Según relató otro testigo, un porrazo de un agente dañó los cristales del edificio de los ascensores. Después, los jóvenes se hicieron fuertes en torno a la Plaza San Francisco. En ese momento apareció la Policía española (que en un primer momento tan sólo cercaba las salidas de Alde Zaharra). Los agentes de este cuerpo fueron quienes persiguieron los jóvenes hasta que un chaparrón calmó los ánimos. Desde comisaría se confirmó que, al menos, se había producido una detención, de un joven de 16 años.
«Creemos legítimo llamar a la desobediencia civil ante los recortes en educación más importantes desde la transición. Nosotros, los alumnos, somos los verdaderos perjudicados», aseguró un portavoz de los estudiantes.
Ikasle Abertzaleak dará una rueda de prensa mañana para denunciar las agresiones policiales de ayer. Será a las 19.00 frente al Parlamento. Asimismo, llamaron a una manifestación para el viernes que saldrá desde la Plaza del Castillo.
El consejero de Educación, José Iribas, cumplió ayer 50 años. Los profesores celebraron su entrada a la cincuentena coreando: «En tu cumpleaños, es nuestro regalo. Consejero, dimisión». «Llo bibí los recortes de Yribas», rezaba una pancarta.
Centenares de personas secundaron ayer tarde en Bilbo, Donostia y Gasteiz las manifestaciones convocadas por los sindicatos ELA, LAB y STEE-EILAS en defensa de una Educación y unos servicios públicos de calidad.
Los sindicatos convocantes denunciaron que las administraciones no concenden a la Educación la importancia que merece ni los recursos que precisa y que «si se mantienen buenos estándares de calidad se debe al trabajo, la implicación y el esfuerzo de sus trabajadores y trabajadoras y los diferentes agentes educativos».
En este sentido, expusieron que en Hego Euskal Herria se destina como media únicamente el 3,5% del PIB a educación, un 1,7% menos de lo que destinan como media los países de la OCDE. Por ejemplo, el Estado francés destina el 5,6% de su PIB, y el Estado español el 4,3%.
En la actualidad, «con la excusa de la crisis», los sindicatos acusan a gobiernos y patronales de haber impuesto una serie de recortes que «suponen un empeoramiento notable de las condiciones laborales y, directamente unido a ello, el perjuicio de la calidad educativa». De este modo, explican que el alumnado cuenta con menos personas a su disposición que puedan atender a sus necesidades educativas, pueden estar «una semana o más» sin que se produzca una sustitución en caso de baja, no hay tiempo para atender a alumnos con necesidades especiales, preparar las asignaturas y los materiales, y tampoco recursos para seguir formándose o perfeccionar su euskara.
Por ello, exigen a los gobiernos y patronales que retiren dichos recortes y otorguen a la educación la importancia que tiene «ampliando, en consecuencia, la inversión destinada a ella».
Los trabajadores de Educación llamaron a movilizarse y a informarse sobre las consecuencias que estas políticas pueden tener en la sociedad.
«Nuestro pueblo, nuestros niños y niñas, jóvenes, los padres y madres y la sociedad en su conjunto necesita una educación de calidad, es por ello que continuaremos en su defensa y reivindicación hasta que alcancemos el objetivo», concluyen. GARA
Los parlamentarios de Bildu solicitaron un receso para sumarse a la protesta del profesorado, algo que también hicieron I-E y NaBai. A su vuelta, Alberto Catalán les obligó a quitarse la pegatina contra los recortes porque era «una ofensa».