CRíTICA cine
«Habemus Papam» Las sandalias del actor
Mikel INSAUSTI
El único capacitado hoy en día para mantener el nivel creativo de los grandes maestros del cine italiano es Nanni Moretti, que en “Habemus Papam” realiza su obra más felliniana y surrealista, al dar una visión de El Vaticano bajo su prisma particular, sin que nada tenga que ver con las versiones oficiales de la Iglesia, ni tampoco con las anticlericales. El celebrado autor de “Caro diario” hace una película de atmósfera, la que emana de un universo cerrado en si mismo en base a rituales litúrgicos situados fuera del tiempo. El propio Moretti se erige en representante de la realidad exterior, a través del personaje del psicólogo, un hombre de ciencia, cuya mezcla de curiosidad y escepticismo introducen en ese ambiente tan exclusivo una serie de contrastes que resultan chocantes. Su intromisión da lugar a los momentos más inspiradamente absurdos, como la organización de las partidas de cartas o del torneo de voley en sotana, si bien se lleva la palma la escena en la que los cardenales corean y siguen con palmas la irónica letra de la canción de Mercedes Sosa “Todo cambia”.
Los detractores de “Habemus Papam” (que el Señor los perdone) se meten, todos ellos sin excepción, con la segunda parte de la película. Al defenderla no me ciega mi predilección cinéfila por Nanni Moretti, sino mi devoción como espectador por Michel Piccoli, quien se supera en la mejor y más sutil interpretación de su ya larga carrera. Hace una gloriosa exhibición de dominio sobre el tono reflexivo acerca de la condición del actor, al reconocer desde la más profunda humildad que hay papeles que a uno le vienen grandes, y que nunca se está suficientemente preparado para asumirlos. Sólo de esta manera se mete en la personalidad atormentada de un hombre desbordado por el enorme peso de la responsabilidad jerárquica, puesto que el liderazgo de la Iglesia va más allá de la crisis de vocaciones, por entrar en contradicción con el espíritu del evangelio que antepone la actitud de servicio a la de mando.