Editorial 2011/11/4
Grecia, ante la inmoralidad del neoliberalismo
lajornada
(...) En efecto, si bien el referendo propuesto por Papandreou planteó de entrada una disyuntiva entre dos escenarios negativos -la aprobación de cuotas adicionales de sacrificio para la población helénica vía nuevos recortes presupuestarios o la eventual quiebra de ese país como resultado del retiro de las ayudas financieras otorgadas por la UE y la consecuente amenaza de descalabros planetarios-, la decisión de consultar a la población de ese país sobre medidas que afectarán su vida y sus destinos era en sí misma plausible, y si algo podía haberse reprochado al gobierno de Atenas es que la hubiera adoptado hasta ahora y no hace meses, cuando fueron impuestas las primeras «terapias de choque» a la castigada sociedad griega.
Ahora, a consecuencia de los titubeos iniciales de su gobierno y de presiones endógenas y exógenas, Grecia se coloca en la perspectiva de un agravamiento no sólo de su crisis económica, sino también de la social y la política (...).
En el estado actual de cosas es pertinente insistir en el error que cometen los gobiernos europeos al presentar como solución a la crisis griega la aplicación del recetario del llamado consenso de Washington, que preconiza una suprema austeridad fiscal, el castigo económico a las poblaciones de países en apuros y la rendición de las naciones a los intereses de los capitales financieros trasnacionales. (...) la solución a los problemas de economías como la griega pasa por la reactivación de la producción y los mercados internos y por el establecimiento de límites a los apetitos insaciables de la especulación capitalista.
Ahora, cuando el mundo se vuelve a colocar en la perspectiva de una nueva catástrofe económica de gran magnitud, es urgente que las distintas autoridades nacionales -como las que se reúnen en estas horas en Cannes- discutan y emprendan la postergada reforma del modelo económico vigente. De lo contrario, tragedias como la griega seguirán repitiéndose cíclicamente y los pueblos seguirán pagando las consecuencias de la irracionalidad y el desmedido afán de ganancias de los capitales especulativos y los circuitos financieros.