Tercer día de campaña. En Madrid, los fogoneros avivan llamas en las sombrías calderas de sus maquinarias de propaganda, haciendo chirriar engranajes caducos que amenazan quiebra. Una campaña que insisten en vender como antesala de la «fiesta de la democracia», cuando en realidad es sólo velorio de un difunto sin embalsamar, que hace tiempo despide un profundo hedor a descomposición. Ésas, y no otras, son las verdaderas medidas del escenario en el que se representa la farsa, tragedia para miles de familias hundidas en la miseria, millones que se asoman a ella. No conviene perderlas de vista a la hora de enfrentar un análisis de este proceso que terminará, como efecto más frívolo, con el cambio de visillos en la Moncloa. En Euskal Herria, esta campaña se nos presenta con incómodos ropajes de paradoja. El nuevo tiempo que vivimos tras la apuesta definitiva y unilateral de los vascos por la paz exige esfuerzos que pasan, otra vez y de forma inevitable, por subirnos a ese escenario extraño. Roza lo insensato participar en esa bufonada de Rajabas y Rubalcoys. Y no será fácil sor- tear un cierto sentimiento de dolorosa complicidad con esa clase política corrompida y corrupta que anida en los ministerios y despachos de Génova y Ferraz. No será nada fácil, porque este pueblo rara vez ha vuelto con una sonrisa de sus viajes a Madrid. Que han sido, y siguen siendo, demasiados.

Todo esto terminará el próximo 20 de noviembre, fecha de infausto recuerdo para una Euskal Herria que cada año añora con cariño a Santi y a Josu. Ellos también fueron un día a Madrid con buenas intenciones. Pero es hora de darle la vuelta a la tortilla, que no es española, que es de patatas. La acumulación de fuerzas independentistas y la definitiva apuesta de ETA por las vías políticas ha abierto un nuevo tiempo en este país, y le ofrece sólidos cimientos para la reconstrucción desde el siempre difícil pero ahora más que nunca posible entendimiento. Y la obligada cita con las urnas no será ni meta ni tampoco salida, pero sí marcará posiciones en la decisiva carrera de fondo emprendida por este pueblo. Toca mantener el ánimo y elevar la mirada para comprobar que éste no será un viaje más a Madrid, porque esta vez podría ser el último.