Ortega aspira a su tercer mandato apoyado en la política social
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, líder del FSLN, es casi seguro ganador de las elecciones de hoy, apoyado en la política social de su último mandato y frente a una oposición atomizada, compitiendo por ser la segunda fuerza política más que por la victoria.
GARA
Con una intención de voto del 48% y una ventaja de 18 puntos sobre su principal oponente, el empresario Fabio Gadea, Daniel Ortega se perfila incluso como virtual vencedor de las elecciones en la primera vuelta, para lo que necesita lograr el 35% de los votos y 5 puntos más que el segundo. Incluso podría aspirar a alcanzar los dos tercios de los escaños que le posibilitarían cambiar la Constitución en el Parlamento.
Los nicaragüenses acuden a las urnas esperanzados de que el gobierno que surja de ellas resuelva la pobreza que afecta a más de la mitad de la población, y genere empleos, los dos principales problemas de esta sociedad. Unos 3,4 millones de nicaragüenses elegirán presidente, vicepresidente, 90 diputados ante la Asamblea Nacional y 20 ante el Parlamento Centroamericano.
El empleo, los impuestos, la reducción de la pobreza y la mejora de los servicios de salud y educación han sido los temas que han dominado la campaña. El 42,5% de la población de Nicaragua vive en condiciones de pobreza (2,08 dólares al día) y el 14,6% en extrema pobreza (1,08 dólares al día), principal reto para la administración que surja de estas elecciones, El desempleo está en el 6,8%, aunque un 70% de los trabajos corresponden al sector informal.
Los cinco candidatos a la Presidencia de Nicaragua muestran intenciones parecidas, en luchar contra la pobreza, el desempleo y la promoción de inversiones, aunque ideológicamente con enfoques muy diferentes.
Programa social
Próximo a cumplir 66 años, Ortega tiene la intención de seguir contando con la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) para erradicar esos problemas. Ha anunciado que aumentará los beneficios sociales, económicos, educativos y las infraestructuras. La cooperación de Venezuela, que desde enero de 2007 suma ya 1.944,5 millones de dólares y que administra al margen del presupuesto, ha financiado programas sociales, subsidiado el pasaje del transporte público y la tarifa de la electricidad, la entrega de láminas de zinc, créditos, becas y un bono extrapresupuestario de 30 dólares que desde mediados de 2010 reciben mensualmente 130.000 empleados públicos, incluidos soldados y policías.
La aportación venezolana es tan fundamental -con un presupuesto estatal de 1.624,2 millones de dólares de este año y de 1.858,2 millones para 2012-, que incluso los opositores han anunciado su intención de mantenerla.
Pese a la pobreza, Ortega ha conseguido volver a la educación gratuita, reducir el analfabetismo, duplicar el salario mínimo y crear una red de distribución de alimentos básicos a precios más baratos que en el mercado privado. Aunque concita la mayor parte de los apoyos de los nicaragüenses, para llegar aquí, tuvo que sortear las trabas legales a la reelección. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia declararon hace dos años inaplicable el artículo 147 de la Carta Magna, que impedía la reelección continua de un presidente y limitaba a dos su número de mandatos. El líder del FSLN cuenta además con el respaldo de la Iglesia católica, personificada en el cardenal Miguel Obando y Bravo, quien fuera una de las «bestias negras» del sandinismo en los años ochenta. Ortega y su esposa y jefa de campaña, Rosario Murillo, frecuentan los actos religiosos y hacen demostración pública de su adhesión a las celebraciones católicas.
En ese acercamiento a la religión, de la mano de Murillo, el FSLN dio un giro a su posición histórica oponiéndose al aborto y asumiendo las tesis católicas en este campo. Eliminó la norma de más de un siglo de existencia que permitía la práctica del aborto terapéutico.
El FSLN también propone relaciones comerciales con los países del sur de América Latina, fortalecerlas con Estados Unidos y con la Unión Europea, y mantener un programa económico con el Fondo Monetario Internacional (FMI). «Tenemos conciencia de que para que este país salga a flote tenemos que alcanzar niveles de crecimiento por encima del 7%, lo que implica atraer mayor inversión extranjera y estimular más la inversión nacional», explica el asesor para asuntos económicos de la Presidencia, Bayardo Arce.
El empresario de radio y diputado ante el Parlamento Centroamericano, Fabio Gadea, candidato de la alianza Partido Liberal Independiente (PLI), segundo en la intención de voto, según las encuestas, también ofrece mantener la cooperación con Venezuela si gana los comicios. «Lo que se está haciendo bien, lo seguiremos haciendo, pero mejor», señaló Gadea en su plan de Gobierno, donde ofrece una «revolución de la honestidad» y atraer nuevas inversiones para generar nuevos empleos y sacar a Nicaragua de la pobreza. El empresario, homófobo furibundo, dice que destinará a educación un 7% del PIB. Para Gadea, Nicaragua podría salir de la pobreza en 2020, «cuando yo ya no esté aquí».
Los «renovadores», con la derecha
El PLI ha sumado a la disidencia del sandinismo, el Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), cuyos dirigentes -muchos de ellos antiguos líderes del FSLN- acusan a Ortega de haber traicionado los ideales de Sandino y de enriquecerse. Su líder, Eduardo Jarquín, es el candidato de Gadea a la vicepresidencia. La presidenta del MRS, Dora Téllez, asegura que la alianza con los derechistas es la mejor opción pese a reconocer sus ideas «atrasadas». «Él puede tener ideas opuestas a las mías, pero la vida así es», se defendió Téllez.
Gadea, periodista, político, escritor y el más veterano de los cinco candidatos a la Presidencia, próximo a cumplir 80 años, fue coordinador de divulgación de la «contra» que combatió con las armas al Gobierno sandinista. Volvió a Nicaragua en 1990, tras la victoria de Violeta Chamorro sobre Ortega, y continuó con su labor como empresario de medios de comunicación al frente de Radio Corporación. Intentó ser candidato a la Presidencia por el Partido Resistencia Nicaragüense (PRN), pero perdió en una polémica votación interna ante el «ex contra» Enrique Quiñónez, quien también aspira este año a la presidencia.
Gadea también conoce bien a otro candidato, el ex gobernante y otra vez candidato a la presidencia por el Partido Liberal Constitucionalista (PLC), Arnoldo Alemán, ya que es su consuegro. En 1996 respaldó a Alemán y fue elegido diputado ante el Parlamento Centroamericano por el PLC. Arnoldo Alemán (presidente entre 1997 y 2002), tercero en las encuestas, también promete mantener la cooperación con Venezuela, pero sin «condiciones políticas». Las acusaciones de corrupción persiguen a Alemán, quien fue sobreseído hace más de dos años de una condena a 20 años de cárcel por fraude y otros cargos de corrupción dictada en 2003. Se propone crear un millón de nuevos empleos en cinco años y destinar también el 7% del PIB a educación.
También se presentan a la presidencia el ex dirigente de la «contra» y actual diputado Enrique Quiñónez, por la Alianza Liberal Nicaragüense, quien se reconoce somocista y propone castrar químicamente a los agresores sexuales; y el académico Róger Guevara, de la Alianza por la República (Apre), con nulas posibilidades de ganar.
La división de los opositores, la mayoría liberales conservadores, «tiene mucho que ver con ambiciones personales, proyectos ideológicos distintos y razones mezquinas», según Arturo Cruz, ex embajador de Nicaragua en Estados Unidos. Gadea y Alemán, además de ser consuegros, antes de los comicios militaban en el PLC, al igual que Quiñónez, quien cinco años atrás se retiró de esa agrupación por la forma en que Alemán la lideraba. «El problema de la oposición es que se ha fragmentado de tal suerte que ha hecho muy difícil una opción efectiva ante una gestión muy fuerte de parte del presidente Ortega», explica Cruz. La esperanza de la oposición es que, al hilo de las encuestas, el voto se concentre en Gadea, pero no han sido capaces de superar las rencillas y enfrentamientos personales.
Previendo la contundente derrota, han expresado su temor a que el Consejo Supremo Electoral (CSE) cometa «un fraude para beneficiar a los sandinistas» y el MRS ha advertido de posibles casos de violencia en la jornada electoral, lo que, por el contrario, desde el FSLN se ha interpretado como una incitación a la misma.
Alimentación, un techo, un trabajo: con el 45% de la población víctima de la pobreza, los nicaragüenses reclaman lo esencial. Para vivir «limpio coches, lavo vestidos o recojo plástico, aluminio, metal o botellas de vidrio», relata Margarita Reyes, de 51 años. Con los 4,5 dólares (3,26 euros) que le reportan al día sus actividades, intenta alimentar a sus numerosos hijos y nietos, una quincena de personas, que viven en una chabola de chapas y toldos de plástico en un edificio en ruinas del centro de Managua. «Queremos una casa y la ayuda del presidente Daniel Ortega», explica. Su familia aún va a aumentar: una de sus nietas, de 14 años, está embarazada. Duermen todos sobre cartones, excepto Mercedes, una de sus hijas mayores que dispone de un jergón en mal estado: su marido es vendedor de calle y gana un dólar al día. Cerca del tugurio que acoge a la familia Reyes, cientos de nicaragüenses, simpatizantes del presidente sandinista, hacen cola para recibir chapas de cinc donadas por Venezuela para cubrir sus refugios. En la cola esperan la reelección de Ortega para poder seguir beneficiándose de programas sociales y que cree empleos. GARA
Los nicaragüenses acuden a las urnas esperanzados de que el gobierno que surja de ellas resuelva la pobreza que afecta a más de la mitad de la población, y genere empleos, los dos principales problemas de esta sociedad.