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«Anonymous» cuestiona históricamente la autoría de William Shakespeare

Roland Emmerich hace un parón en sus superproducciones de catástrofes para volver al cine histórico, sustituyendo los efectos especiales por la polémica cultural de gran alcance. Hay que reconocerle el atrevimiento que otros no han tenido para especular en la gran pantalla sobre la verdadera autoría de la obra literaria atribuida a William Shakespeare, con lo que siempre tiene de suicida enfrentarse a la oficialización inglesa de su dramaturgo más universal.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

No coincido con las opiniones que ven «Anonymous» como un proyecto de Roland Emmerich para alcanzar el reconocimiento cinematográfico que le viene negando la crítica. No creo que ese sea el objetivo del cineasta alemán, conociendo su trayectoria comercial. Dudo que él se vea a si mismo recogiendo un Óscar de las categorías llamadas artísticas o creativas, porque sabe perfectamente que a lo más que pueden aspirar sus películas es a alguna estatuilla en el apartado técnico. Lo que Emmerich siempre busca son temas con los que llamar la atención del gran público, porque su principal interés sigue estando en la taquilla. Supongo que le da igual sorprender poniendo en escena el fin del mundo, que diciendo que William Shakespeare no escribió realmente «Romeo y Julieta», ni ninguna de las obras que se le atribuyen.

Hay que reconocerle la osadía y la visión de negocio para hacer suya una de las varias teorías que circulan en los círculos de los historiadores literarios sobre tan polémico asunto, todas ellas agrupadas en dos grandes corrientes que enfrentan a stratfordianos y anti-stratfordianos. Aunque el nombre de ambas líneas de estudio se refiere al lugar de nacimiento de William Shakespeare, esto no quiere decir que se ponga en duda la existencia de dicho sujeto, sino que se niega su oficialidad y el culto que existe en torno a su figura. Los ingleses no están dispuestos a desprenderse del símbolo oficial de su cultura, por el cual se les reconoce universalmente dentro de las letras.

En el fondo es una disputa formalista, puesto que fuera quien fuese el verdadero autor seguiría siendo inglés y representativo del teatro isabelino. Frente a los que apuestan por Francis Bacon, Emmerich se decanta por Edward De Vere, Conde de Oxford, debido a que esta segunda opción se presta a una intriga de conspiraciones palaciegas que da para dos horas y cuarto de película.

Estreno

Título Original: «La nouvelle guerre des boutons».

Dirección: Christophe Barratier.

Guión: Stephane Keller, Christophe Barratier y Thomas Langmann, sobre la novela de Louis Pergaud.

Intérpretes: Guillaume Canet, Laetitia Casta, Gérard Jugnot, Kad Merad, Jean Texier, Marie Bunel, François Morel, Harold Werner, Nathan Parent.

Fotografía: Jean Poisson.

Música: Philippe Rombi.

País: Estado francés, 2011.

Duración: 100 minutos.

Estreno

Dirección: Roland Emmerich.

Guión: John Orloff.

Intérpretes: Rhys Ifans, Vanessa Redgrave, Joely Richardson, David Thewlis, Derek Jacobi, Rafe Spall.

Música: Thomas Wander y Harald Kloser.

País: EE.UU., 2011.

Duración: 130 minutos.

Roland Emmerich quiso ser el Spielberg alemán

Roland Emmerich se dio a conocer internacionalmente a mediados de los 80, con películas alemanas que aspiraban a competir en Hollywood. Siguiendo la estela triunfal de Spielberg rodó en Europa «El principio del arco de Noé», «El secreto de Joey», «El secreto de los fantasmas» y «Estación lunar 44». En la siguiente década se instaló definitivamente en EEUU, aunque sus iniciales «Soldado Universal» y «Stargate» no terminaron de conquistar la taquilla. El éxito comercial llegaría con «Independence Day», llevándole por el camino de las superproducciones catastróficas en las sucesivas «Godzilla», «El día de mañana» y «2012». El cine histórico de gran presupuesto también lo ha probado con «El patriota» y «10.000». M. I.

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