La solidaridad con los afectados por las riadas debe ser máxima, así como la comprensión ante su enfado y sus demandas pero, con todo, los reproches y las críticas que algunos vecinos de Martutene dirigieron al alcalde de Donostia cuando intervino el miércoles en euskara constituyen una falta de respeto, no solo al primer edil, sino también a todos los euskaldunes y a la lengua del país donde viven. Como las inundaciones, esta actitud no debe repetirse.