Los BRICS, última trinchera de Siria ante la «comunidad internacional»
Siria sigue estando en el ojo del huracán. Frente a la postura de la Liga Árabe, que el sábado suspendió al país como miembro de la organización, y la UE, que ayer congeló los préstamos europeos a Damasco y extendió a 18 personas más sus sanciones, parte de las economías emergentes conocidas como los BRICS -Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica- mostraron su desacuerdo con estas medidas, muy criticadas también por el ministro de Exteriores sirio.
GARA | DAMASCO
Siria sigue generando división entre Occidente, los regímenes árabes y potencias emergentes como China y Rusia. Tras la suspensión el sábado de Siria como miembro de la Liga Árabe, ayer los Veintisiete acordaron suprimir los créditos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) a proyectos ligados al Gobierno sirio y la paralización de la asistencia técnica. Los préstamos del BEI ascienden a 1.370 millones de euros, de los que 516 millones ya han sido desembolsados.
También acordaron ampliar las sanciones a 18 personas más, en su mayoría militares, cuyos activos financieros bajo jurisdicción europea quedarán congelados y no podrán viajar a la UE. En un anterior paquete, sancionaron a 56 personas relacionadas con el Gobierno, incluido el presidente Bashar al-Assad y su hermano, Maher.
La Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad, Catherine Ashton, advirtió que vigilan «cuidadosamente» la actuación de al-Assad.
Por su parte, Turquía, hasta hace poco aliado de al-Assad, reiteró que seguirá apoyando a la oposición siria «en la lucha por sus derechos» y que mantendrá una postura «decidida» contra los ataques a sus embajadas en Siria. El ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, declaró que no es posible seguir confiando en Damasco.
El rey Abdalla II de Jordania, mientras, dijo que «si estuviera en la piel de al-Assad presentaría la dimisión».
Alejado de estas posturas, Sergei Lavrov, titular de Exteriores de Rusia -una de las economías emergentes del grupo de los BRICS-, acusó a los países occidentales de animar a la oposición a enfrentarse al Gobierno.
«Se está incitando a la oposición radical a emprender el camino hacia el cambio de régimen y a rechazar todas las propuestas de acuerdo», resaltó. Afirmó que Moscú está «muy decepcionado» con Washington por pedir a la oposición siria que no responda a la petición de al-Assad de dejar las armas a cambio de una amnistía.
Irán, aliada tradicional de Siria, también censuró la suspensión de Siria de la Liga Árabe, de la que precisamente fue uno de los países fundadores.
Mientras, China, en su habitual diplomacia tranquila, emplazó a Damasco a cumplir con la hoja de ruta pactada con la Liga Árabe, que incluye la salida del Ejército de las calles y la excarcelación de los detenidos.
En respuesta a los últimos movimientos, el ministro de Exteriores sirio, Walid Muallem, subrayó que «Siria está pagando el precio de sus posiciones firmes, pero no se doblegará y saldrá más fuerte, pues los complots urdidos contra el país fracasarán», remarcó. Muallem, que tildó de «paso peligroso» la decisión de la Liga Árabe, excluyó una intervención extranjera y aseguró que «el escenario libio no se repetirá».
El ministro de Exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, afirmó ayer que su Gobierno se abstuvo de votar a favor de la suspensión de Siria como miembro de la Liga Árabe en defensa de los intereses nacionales iraquíes.
Líbano no retirará su embajador de Siria porque se opone a las medidas que la Liga Árabe aprobó contra este país, según aseguró el ministro de Exteriores libanés, Adnan Mansur. «No aceptamos las sanciones porque estamos en contra de aislar a un país árabe», incidió en una entrevista al periódico «Al Yumhuriya». Advirtió que la inestabilidad en el país vecino «repercutirá de modo negativo en los estados de la región».
La Organización de la Conferencia Islámica (OCIC) también alertó del riesgo de «internacionalización» de la crisis siria y de sus consecuencias tanto para Siria como para los 57 países que integran este organismo.
En este escenario de declaraciones y cruce de acusaciones, el líder de la oposición libanesa, Saad Hariri, mantuvo sus ataques a través de twitter contra Hizbulah y el presidente sirio, Bashar al-Assad, asegurando que «la mejor noticia para la región sería la caída del régimen de al-Assad». Hariri, que vive a caballo entre París y Riad, acusa a Beirut de dar cobertura a la represión siria.
Por otra parte, un opositor sirio detenido en febrero junto a sus tres hermanos en Beirut ha muerto en una cárcel de Siria, adonde fue trasladado, por presuntos malos tratos. El director del Instituto Libanés para la Democracia y los Derechos Humanos no descartó ir a los tribunales internacionales. GARA