Maite SOROA | msoroa@gara.net
Los presos enfermos, unos privilegiados
En campaña electoral, como fuera de ella, los medios no disimulan sus preferencias. Se imaginan cuál es la opción favorita de la derechona, y cuál la que, si por ellos fuera, no podría ni presentarse.
«Abc» titulaba ayer su segundo editorial «ETA ordena votar a Amaiur». Nadie ha podido leer dicha petición, si bien parece más creíble que esa organización prefiera a los candidatos de Amaiur que a los de «Abc», es de cir, del PP. Pero el de Vocento dice que «el colectivo de presos de ETA (se supone que se refiere al EPPK, en el que hay presos de ETA y también de otros colectivos) se ha ajustado al guión de la banda terrorista al pedir el voto, a través de `Gara', para Amaiur». Lo cierto es que el EPPK ni siquiera menciona a Amaiur, pero sí se posiciona con los abertzales, independentistas, con las gentes de izquierda, y servidora cree que ésos no son los del PP. E insiste el plumilla: «De esta manera, la nueva marca electoral del entramado batasuno recibe públicamente el respaldo de la organización terrorista, mediante el grupo de presos». Lo que días antes no dijo ETA lo dice «Abc». En cuanto a las peticiones del colectivo de presos políticos vascos, en concreto a la libertad de los enfermos, el editorialista afirma: «La referencia a los presos enfermos es una patraña que busca denunciar un abuso inexistente. Estos presos son atendidos y, en situaciones graves, excarcelados». Sí, numerosas las muertes en prisión o las de recién excarcelados se deben a la exquisita atención recibida. Pero, como la tortura y otros cientos de víctimas, no existen. Son una patraña, dice «Abc».
En el mismo diario, Isabel San Sebastián carga contra Zapatero y su Gobierno por su «traición». Se imaginan a qué se refiere, ¿no? Empieza como acostumbra, «moderadamente»: «Lo que ha hecho con ETA el Gobierno encabezado por Zapatero y dirigido por Rubacaba ha sido consumar una traición en toda regla, sembrar un campo de minas que tendrá que atravesar Rajoy en cuanto llegue a la Moncloa e empezar a pagar los primeros plazos de una infamia». Y termina, también como acostumbra, con una soflama patriótica: «La humillación de las víctimas, la frustración de los demócratas, el desengaño de quienes creímos genuinamente que combatir por la libertad merecía la pena, la España escarnecida...».