Gustavo Herren 2011/12/1
Irán, el fuego sagrado nuclear
Libia fue la siguiente escala en la hoja de ruta del imperialismo occidental después de Afganistán e Irak. La retirada estadounidense de este último acelera los tiempos sobre sus próximos dos pasos, el derrocamiento del régimen en Siria para dar la estocada final a Irán. El camino hacia China y Rusia por el Oeste, pasa por Irán y Asia Central. Por el Este el control de Eurasia requiere afianzarse en el Mar de China, Filipinas y Australia. La lucha entre Estados Unidos y China es más que intercapitalista, está comenzando a ser una lucha entre imperios.
La mayor amenaza nuclear en Oriente Medio no es la que se explicita de Irán, sino la implícita de Israel. En el plano militar y nuclear China no tiene paridad con Estados Unidos y debe mantenerse a la defensiva siendo muy cuidadosa de su estabilidad social interna mientras ocupa nuevos espacios en la economía capitalista global. En la competencia sino-estadounidense de los espacios del corredor Africa del norte, Gran Oriente Medio y su proyección hacia Asia Central, Irán es un doble obstáculo para Washington (...).
Con el sofisma del escudo antimisilístico dirigido contra Irán, el Pentágono utiliza a Europa como escudo intermedio a inmolar en caso de un potencial conflicto con Rusia, que hasta hoy se traduce en una estrategia de disuasión y contención sobre ésta. (...)
Una ofensiva contra un país como Irán, una de las fuerzas preeminentes en una región inestable, requiere un debilitamiento previo de sus aliados. Por ello Estados Unidos, Israel, Inglaterra, Francia, países europeos, las autocracias del Golfo, Turquía y otros embisten contra Siria aunque no tenga hidrocarburos como Libia, y por elevación el ablandamiento involucra al Líbano (Hezbollah) y a Hamas en Palestina. La supervivencia de al Assad es clave para Teherán.
En Siria, se vuelve a utilizar la técnica de una guerra de masas similar a Libia, fogoneando la rivalidad interna entre la mayoría sunnita y la mala respuesta del gobierno shiíta, buscando además dividir al ejército. Como en Libia, el pueblo carece de la fuerza necesaria como para derrocar al gobierno. La intervención de bombardeo humanitario de la OTAN o de una coalición internacional tiene la dificultad que esta vez Rusia está interviniendo en forma no diplomática. (...)