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REPORTAJE

«Camera obscura»: el despertar a la vida de una joven invidente

La cineasta donostiarra Maru Solores ha debutado en el largometraje con «Cámera obscura», un filme protagonizado por Jacqueline Duarte, Leyre Berrocal y Josean Bengoetxea y que ha podido ser visionado en el festival de Valladolid y en el certamen de Cuenca «Mujeres en dirección». Se estrenará en nuestras pantallas finalizada la temporada navideña.

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Koldo LANDALUZE

Ella huele el aroma del salitre, las gaviotas revolotean sobre las rocas de Lekeitio. Ella capta el sonido de las olas, el graznido de las gaviotas... pero no puede verlas. Ane es una niña invidente en el umbral de la pubertad y a punto de despertar a la vida. Descubre la fotografía y el primer amor de la mano de su tío Antonio, un misterioso fotógrafo que regresa después de mucho tiempo a la casa familiar donde veranean y que, tiempo atrás fue el escenario del accidente en el que ella perdió la vista. Sobreprotegida por sus padres, que están empeñados en operarla una y otra vez para intentar devolverle la vista, y marginada por los otros adolescentes, Ane va captando con su cámara cosas que nadie quiere ver y que arrojarán una nueva luz sobre la vida familiar. Finalmente, decepcionada por los adultos, Ane tendrá que encontrar su propio camino como adolescente y como ciega.

Este es el punto de arranque de la ópera prima de la cineasta Maru Solores, «Camera Obscura». La propia cineasta nos guía a través de los pasajes de esta crónica vital que ya ha podido ser visionada en el Festival de Valladolid y en el certamen celebrado recientemente en Cuenca bajo el título de «Mujeres en dirección». «El proyecto -dice Solores- se inició hace ochos años y lo escribimos entre la guionista Ruth Rethmer y yo. La idea central tiene su origen en un cortometraje que rodé tiempo atrás y que se titulaba `Dordoka uhartea'. En su núcleo se encuentran las constantes que me inspiraron el personaje central: una niña que se siente atosigada por su hiperprotectora familia. La idea evolucionó y la niña ahora es una adolescente, es ciega y esa ceguera supone una justificación mucho mayor para esos padres que quieren protegerla de todo y a toda costa. Por otra parte, esa ceguera también supone un obstáculo que ella debía superar para reivindicar su particular lugar en el mundo. Cinematográficamente me resultaba una metáfora muy interesante y aportaba muchas posibilidades argumentales que permitían la inclusión de varias licencias poéticas. Permite que el espectador tenga la posibilidad de descubrir cómo percibe ella el mundo porque la película siempre gravita alrededor de la protagonista ya que todo está planteado desde su propio punto de vista. Este elemento está presente desde el mismo instante en que se gestó la historia: el despertar a la vida de una niña y descubrir cómo ella es los suficientemente capaz de afrontar su nueva etapa vital».

No resulta fácil lograr un equilibrio en este tipo de historias porque el riesgo es mayor cuando se trata de indagar en la trastienda emocional de una joven invidente que se enfrenta a su propio futuro y debe eludir la férrea vigilancia que le ha sometido su madre. «Mucha gente que ha visto la película -aclara la propia cineasta- me ha comentado que, a simple vista y según dicta el argumento, parecía que la trama hubiese podido adentrarse por territorios bastante dramáticos. Por fortuna, esa gente me ha comentado que, tras visionarla en la pantalla, les ha resultado todo lo contrario. Yo siempre he pretendido huir de ese discurso tremebundista que muchas veces acompaña a este tipo de películas relacionadas con las superaciones personales. Desde el primer momento queda evidente que la protagonista tiene una personalidad muy consistente y que en momento alguno se muestra como una `pobrecita niña'. Está claro que su situación no es nada fácil pero ello no impide que sea ella la que decida buscar su propio camino».

Llegados a este punto, resulta obligado mencionar la interpretación de la joven actriz invidente Jacqueline Duarte. Solores subraya la plena confianza que siempre depositó en esta joven actriz y, a pesar de lo difícil que resultaba delegar sobre sus espaldas buena parte del interés de la obra, ella es la protagonista central y aparece en casi todos los planos. «Fue una apuesta muy arriesga y desde un punto de vista positivo porque nos arriesgamos a trabajar con una joven que era invidente en la vida real. No resulta nada fácil encontrar a una actriz infantil de las características de Jacqueline. Normalmente, cuando mejor trabajan los niños en una película es cuando son ellos mismos o interpretan algo que nos les resulta extraño. Se me hacía muy difícil trabajar con una actriz que no fuera ciega. En muchas películas he visto a actores profesionales haciendo el papel de invidentes y no me resultan muy creíbles. En Jacqueline se funden estos dos elementos, es invidente y le gusta interpretar», explica la directora.

Jacqueline Duarte en ningún momento se siente sola en esta experiencia cinematográfica. Junto a ella encontramos nombres de actores y actrices tan solventes como Josean Bengoetxea («Urte berri on, amona!»), Victor Clavijo («Verbo») o Leyre Berrocal («Extasis») la cual ha sido la encargada de dar vida a la madre de la protagonista. La actriz revela a GARA los entresijos de su personaje cuando lo descubrió en el guión: «Lo primero que me llamó la atención de este proyecto fue el reto que suponía encarnar un personaje como el que me corresponde en esta historia, una madre castradora, hiperprotectora y que siente mucha culpa porque ella fue la que provocó el accidente que derivó en la ceguera de su hija. Me gustó mucho el enfoque que tenía el guión y debo reconocer que, tras una primera lectura del guión, me quedé un poco sorprendida porque iba a interpretar un rol que me exigía dar vida a una madre. Me gustó mucho la total implicación de Maru en este proyecto porque, generalmente, muchos directores no acuden a los casting y ella siempre estuvo allí y al tanto de los más mínimos detalles de la preproducción. Para los actores resulta muy agradecido contar con la plena complicidad de quien les va a dirigir y en ese sentido, ella siempre ha estado abierta a nuestras opiniones. Incluso cuando ensayábamos, la directora ejercía el rol de la protagonista y nos divertíamos mucho durante esos procesos previos que simulaban juegos repletos de complicidad. Tanto Maru como yo manteníamos ciertas dudas porque igual mi personaje era mucho más apropiado para una actriz de mayor edad pero, la plena confianza que me ha demostrado mucha gente, incluida la propia directora, propició que yo me decidiera a llevar a cabo este papel».

Sabemos en qué episodio vital se encuentra la hija pero, ¿qué momento está atravesando la madre? «El episodio vital que está atravesando la madre es un auténtico desastre -nos descubre Berrocal- porque no sabe cómo afrontar y superar lo que el destino le ha puesto ante ella. Se siente desbordada y su carácter afecta a todos a quienes están a su alrededor. Siente mucho dolor interior, está amargada, se ha quedado estancada en la vida y ha abandonado su carrera para dedicarse por completo a su hija. Realmente no es ella misma y está a punto de estallar emocional y sicológicamente».

En pleno vendaval emocional y afectivo, la protagonista encuentra en la figura de su tío una puerta de escape que adquiere forma definitiva en cuanto coge entre sus manos una cámara de fotos y descubre las posibilidades comunicativas de esa máquina mágica. «En cuanto nos enfrentamos a la tarea de escribir el guión surgió esta idea de inmediato -subraya Solores-. Yo había oído hablar de fotógrafos ciegos con anterioridad y aunque al principio puede resultar un tanto chocante, descubrí que en cada uno de estos creadores había una motivación bien diferente a la hora de desarrollar su trabajo. El más conocido de todos en Evgen Bavcar y él empezó a hacer fotos porque perdió la vista durante su adolescencia y a través de la fotografía ha querido recuperar esos recuerdos que se fueron diluyendo lentamente. En el caso de la protagonista ocurre algo similar: mantiene vivos recuerdos teñidos de mucha luz pero que, inevitablemente, se van perdiendo y siente una gran admiración hacia la figura de su tío y utiliza el lenguaje de la fotografía para revelarse contra la familia. Todo ello le sirve para espiar y descubrir los lugares más ocultos de su familia».

«Camera Obscura» es un proyecto modesto, espartano, rodado con mucho sentimiento y emoción y cuya gestación ha contado con un tempo pausado tal y como nos lo confirma la directora: «Ha costado mucho tiempo reunir la financiación que requería este proyecto y tengo que agradecer a la productora Basque Films su empeño a la hora de respaldar este proyecto que se ha ido madurando desde mucho tiempo antes de que estallara la crisis que padecemos hoy en día. En los festivales que hasta el momento ha participado la película, la reacción del público ha sido buena y me ha sorprendido gratamente la recepción que ha tenido entre un sector del público cuya edad es muy similar a la de la protagonista. Nunca planeé que esta película fuera enfocada hacia un tipo de público en concreto y jamás hubiera pensado que un proyecto de estas características pudiera suscitar tanto interés entre un público que siempre ha sido asociado a otro tipo de películas».

Leyre Berrocal, una obrera de la interpretación

Leyre Berrocal es una todoterreno del medio interpretativo tal y como ella recuerda «Con 21 años me fui a Londres «en busca de teatro» y encontré mi primer papel profesional en la película «Talk of Angels» («Pasiones rotas»), interpretando a Milagros a la vera de grandes actores como Paco Rabal, Marisa Paredes, Polly Walker, Frances Mcdormand, Ariadna Gil, Penélope Cruz... Como lo nuestro es un continuo formarse, seguí estudiando en Madrid con Juan carlos Corazza, hasta que conseguí el personaje de Ona en «Extasis», dirigida por Mariano Barroso, en la que pude disfrutar de una total libertad creativa junto a Daniel Guzmán y Javier Bardém. Este papel en «Extasis» nos descubrió a una actriz dotada de una poderosa presencia que, por desgracia, no ha tenido una continuidad en los últimos tiempos: Finalizada mi experiencia en «Camera obscura» toca moverse entre los castings. A veces siento que soy una actriz que debo demostrar constantemente mi valía. Quizás esto es algo que le ocurre a la mayoría de los actores... pero me gustaría que mi carrera fuera un poco más fluida. Lo dice con una sonrisa infalible. K. L.

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