Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Telezailak
La feria de Durango me trae recuerdos infantiles, adolescentes, radiofónicos (aquellos locos programas de «La montaña mágica»)... Este año Durango y su feria me hacen rendirme a la promesa que le hice a una amiga: leería su libro «Telezailak», editado por Txalaparta. Lo compraré en Durango y lo leeré por varias razones, entre ellas descubrir hasta qué punto este fenómeno ha estimulado las mentes de Goizalde Landabaso, Irati Jimenez, Harkaitz Cano o Koldo Almandoz.
Las series de televisión son algo que llegó hace mucho tiempo, para quedarse (por lo menos en mis «rutinas» audiovisuales). Ahora estoy enganchada sin remedio a «Boardwalk Empire», cautivada por el personaje de Steve Buscemi, «Nucky Thomson» (el real se llamó Nucky Jhonson) y de cualquier otro que le dé réplica, no importa lo fugaz que sea su aparición en la serie, siempre tiene su cometido bien definido.
Al margen de los intensos y sugerentes capítulos de su segunda temporada, brutal como lo fueron aquellos años prohibicionistas en la patria de los rufianes llegados del ancho mundo, algo me ha llamado escandalosamente la atención: los desnudos masculinos. O la falta de ellos. Me explico. Hace tiempo que sabemos que resulta difícil ver en «pantalla», por lo menos en las más convencionales, desnudos integrales masculinos. Sus genitales, o la no mostración de los mismos, merecen un estudio (hablo en serio). Y en esta serie es especialmente significativa su falta siendo la violencia y el sexo dos de sus ejes temáticos fundamentales. Ellas sí, totalmente desnudas, con o sin razón aparente, ellos no, jamás vemos hombres mostrados como su madre les trajo al mundo. Por lo menos de momento...