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Aumentan los focos de tensión en Túnez a la espera de formar el nuevo Gobierno

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Cecile FEUILLATRE (AFP)

Una situación social explosiva, una economía de capa caída, los extremistas que intentan mover sus peones, y todo sin un Gobierno. Un mes y medio después de las elecciones del 23 de octubre, la atmósfera es nociva para Túnez .

Convertida en el ágora de Túnez, la plaza del Bardo, frente al palacio que acoge la Asamblea Constituyente, se ha convertido en centro de todas las iras y reivindicaciones del país.

Desde el miércoles cientos de personas acampan en la plaza: profesores que protestan contra la incursiones extremistas en la universidad, desempleados de la región minera de Gafsa y mujeres preocupadas por sus derechos, que exigen que la Asamblea dé respuesta a las urgen- cias sociales que tiene el país.

Pero ayer se instaló otro campamento, separado del primero por barreras y cordones policiales, con el que miles de islamistas tratan de marcara su territorio. «Somos la mayoría», procla- man. Entre ellos, hombres y mujeres ataviadas con niqab que ondean la bandera negra del partido salafista no legal Hizb Tahrir, no legal, prueba, según los «modernistas», de «la alianza objetiva» entre el partido islamista Al-Nahda y los fundamentalistas religiosos.

Estas protestas se producen mientras Al-Nahda, el primer partido en número de escaños en la Asamblea, ha sido acusado, también por sus dos socios de izquierda, el Congreso para la República (CPR) y Ettakatol, de querer arrogarse plenos poderes en el futuro Ejecutivo. Después de una semana de complicadas negociaciones, los dipu- tados alcanzaron el viernes un acuerdo en la comisión sobre la organización de los poderes, que estará sometido el martes al pleno de la Asamblea.

Este acuerdo abrirá la vía para la elección del presidente de la República y la formación de un Gobierno, mientras que el Ejecutivo saliente de Béji Caid Essebsi ha dimitido oficialmente y no se ocupará más que de «administrar los asuntos corrientes».

«Es urgente, no podemos más esperar. Hay un clima de política de espera y de flotación, nadie decide, esto paraliza la economía», lamenta Hichem Elloumi, un representante de la patronal tunecina UTICA.

Cerca de un año después de la revolución, la situación económica y social continúa degradándose. El gobernador del Banco central (BCT), Mustafa Kamel Nabli, indicó ayer que el crecimiento sería cero a finales de 2011, previendo un aumento del paro de más del 18 %.

«Los problemas sociales se agravan, el menor desacuerdo en una empresa degenera en un conflicto. Sin contar las intervenciones externas, como cuando los desempleados vienen para paralizar una empresa para reclamar el trabajo», dice Elloumi.

Frente a la multiplicación de los focos de tensión, los electos de la Asamblea constituyente hicieron público ayer un comunicado en el que hacían un llamamiento al «respeto de la ley» y a «promover el diálogo para resolver los conflictos».

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