
Jes�s Valencia Educador social
En el umbral de las fiestas
Sue�o con un mundo solidario donde podamos seguir celebrando fiestas, aunque s�lo sea con cuatro risas, dos tragos y alg�n pedacillo de turr�nMe resulta odiosa la parafernalia propagand�stica que asocia consumismo con efem�rides. Aun as�, confieso que cruzar� con agrado el umbral de las pr�ximas fiestas. A ellas nos conducen el calendario, la tradici�n, nuestro modelo cultural y -�por qu� no?- las propias querencias.
La llegada del solsticio que anuncia el renacer de la vida y su posterior cristianizaci�n navide�a siempre han sido celebradas por estos lares con c�lidas fiestas invernales. Creyentes o no, formamos parte de una colectividad que ha hecho del festejo uno de sus rasgos identitarios. Con estilos personales y en versiones diferentes, todos gozamos de los encantos peque�os y sustanciales que acompa�an a las fiestas populares. Espacio y tiempo para la charla amistosa y para el encuentro grato; la cuadrilla de siempre que guarda secretos y permite bromas; la reuni�n familiar siempre que los consensos prevalezcan sobre los disensos; la alegr�a de los ni�os que organizan sus juegos sin necesitar de las mil basuras con las que los agobiamos y aturdimos; un vaso de vino generoso; interpretar en grupo canciones sentidas y disfrutadas; la comida compartida que no deber�a ocupar excesivo tiempo en las preparaciones ni en las digestiones; la evocaci�n entra�able de quienes nos precedieron y de los ausentes...
Ingredientes propios de cualquier fiesta que pervivir�n mientras tengamos vida y humor para celebrarlas. Las amenazas que se ciernen contra ellas -y contra toda la humanidad- son espantosas. Cruje el andamiaje en que se hab�a apoyado el mundo y ruge la bestia que en �l se guarec�a. Hablo del odioso capitalismo. El poder econ�mico se repliega concentr�ndose cada vez m�s en menos manos y arrojando al vac�o a quienes no necesita. Con frialdad criminal califica de fuerzas productivas excedentes a tantos millones de personas que quedan abandonadas en las cunetas del sistema. El abismo entre pobres y ricos se agiganta mientras el desaliento y la miseria de los marginados se expanden. Se multiplica la desesperaci�n y la necesaria rebeld�a de los oprimidos. El capitalismo, siempre inhumano, ha encendido la llama de mil guerras para asegurarse riquezas estrat�gicas y con ellas el futuro. Se escuchan sombr�os augurios de guerra total. Los pueblos invadidos mueren matando. �Maldita OTAN, garante y ejecutora de tan repugnante expolio! �Nos permitir�n seguir con vida? Sue�o con un mundo igualitario donde podamos seguir celebrando fiestas, aunque s�lo sea con cuatro risas, dos tragos y alg�n pedacillo de turr�n.
En medio de tan espesos nubarrones, parpadea la esperanza de nuestro peque�o e ind�mito pueblo. No sue�a en conquistas ni soporta conquistadores. Mantiene viva el alma que le ha permitido sobrevivir a intentos de dominaciones pasadas y presentes. Crece la conciencia colectiva que reclama justicia y derechos mientra consolida espacios de soberan�a. Como epicentro de tantas reivindicaciones activas, la defensa del paisanaje encarcelado o refugiado. Es momento de celebrar las fiestas que se avecinan. Ya les pondremos el broche de oro solidario el 7 de enero, cuando desbordemos Bilbo.