CRíTICA
Raimundo Amador: mitad negro, mitad gitano
VELÁZQUEZ-GAZTELU
A pesar de que ya está a punto de presentarse “Gipsy and Black”, el nuevo trabajo de Raimundo Amador junto a su hermano Diego –algo que no disfrutábamos desde que con Rafael hicieran la mítica banda Pata Negra–, lo que pudimos saborear fue un compendio de hits que el músico de Las Tres Mil Viviendas compuso desde aquel legendario mini lp llamado “Guitarras Callejeras” hasta su último trabajo “Mitad Hombre, Mitad Guitarra”. Temas de ayer y de hoy como “Pata Palo”, “El Blues de la Frontera”, “Lunático”, “Camarón” o “Bolleré” fueron seguidos por todo el público y aunque la sala como tal no es la más idónea para propuestas de esta índole, el arte, la flamencura y la gitanería del sevillano supuraron por cada poro de su piel. Y es que el flamenco y el blues, son primos hermanos. Uno del Delta del Mississippi, el otro del Guadalquivir; los dos sureños, uno negro, otro gitano, los dos explotados por terratenientes de campos de algodón o remolacha… Al fin y al cabo juntos por el mismo dolor con expresiones análogas. Tremenda banda acompañó al ex Pata Negra: El bajo ya experimentado del grupo O´Funkillo Pepe Bao y su hermano Anye Bao a la batería, así como Luis Cortés a la segunda voz y guitarra y Raimundo Amador Junior a la percusión. Músicos que dieron más allá de la talla y que se atrevieron con versiones de la altura de temas del baterista Billy Cobham, el “Jessica” de The Allman Brothers y “El Lago” del mítico grupo Triana, impulsor del rock-andaluz. Amador, como los grandes, va cogiendo un poso con el tiempo difícil de igualar y es que para el flamenco, el jazz, el blues, el soul… es ingrediente indispensable.