Caja Laboral Baskonia El Barcelona sucumbe en el Iradier Arena
Verde que te quiero verde
Los gasteiztarras superaron a un triste Barça que perdió a Navarro. Milko Bjelica se reivindicó hacia el final.
CAJA LABORAL BASKONIA 71
BARCELONA 60
Arnaitz GORRITI
Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas. / El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña. Entre los más de 8.000 espectadores que acudieron al Iradier Arena, algún devoto a la poesía debía haber, y seguro que se le cruzaron los conocidos versos del «Romance Sonámbulo» de Federico García Lorca en algún momento de entusiasmo. Y es que ayer el Caja Laboral Baskonia, sin hacer el partido del siglo, ciertamente, lució su uniforme de ocasión con planta y donosura, y doblegó con total merecimiento a un Barcelona de capa caída y que además perdió a Navarro por una fascitis plantar.
Pero de lesiones y bajas el Baskonia puede escribir no ya poemas sino panegíricos, y mientras que los de Xavi Pascual caían en la depresión, a excepción hecha de un voluntarioso Huertas, Fran Vázquez y Eidson, los gasteiztarras se venían arriba a través de su defensa, con Teletovic y, sobre todo, un muy encendido Milko Bjelica brillando en ataque -Dorsey no jugó por ello-. Los exteriores se limitaron a echar una mano en la intendencia, donde San Emeterio ejerció de jefe en esas lides.
Ruptura al inicio y al final
Se notó que el Baskonia preparó con mimo el choque de ayer y que su mentalización era la de los grandes días. Los de Ivanovic ahogaron de inicio a un Barcelona incapaz de hallar tiros cómodos y con un nulo acierto en el triple -anotaron su primer lanzamiento de tres en el tercer cuarto-, fruto de la defensa local, en especial la de Oleson y Ribas sobre Navarro, hasta que este cayó lesionado.
Tras el 17-8 del primer cuarto, los gasteiztarras sujetaron la reacción de la defensa de los de Pascual, con Sada y Wallace muy intensos. Con todo, la labor de desgaste del Barcelona hizo que el marcador se mantuviese al acecho hasta los últimos minutos, llegando a un 58-51 tras varias canastas de Vázquez, Eidson y Erazem Lorbek.
Fue entonces cuando emergió la figura de Milko Bjelica. Se convirtió en el ejecutor perfecto del pick'n roll central, una jugada que hizo brillar los ojos baskonistas, reverdeciendo momentos de mayor dulzura.