CRíTICA cine
«Perros de paja» En defensa propia
Mikel INSAUSTI
Si la mayoría de los “remakes” son innecesarios, el de “Perros de paja” no atiende a ninguna razón de ser. Entendería la nueva versión si, cuarenta años después, compensara de alguna forma los motivos por los que en su época fue censurada la obra maestra original de Sam Peckinpah. Pero no, la nueva adaptación de la novela de Gordon Williams no es más violenta que su predecesora, ni tampoco siquiera se atreve a ser más explícita en las escenas de sexo. De hecho, la película de Rod Lurie es víctima del puritanismo imperante actualmente en los Estados Unidos, limitándose a la exhibición pectoral del altísimo Alexander Skarsgard para complacencia de sus fans más jóvenes. La mayoría del reparto responde a la imagen de modelo que se exige en el cine comercial hoy en día a los actores y actrices, por lo que los personajes de la historia pierden el aspecto real y convincente que tuvieron en la pantalla en 1.971. Por eso, del científico que encarnó con tanto verismo Dustin Hoffman se pasa al guionista de Hollywood interpretado sin garra por James Marsden. En consecuencia se pierde el verdadero contenido relativo a la transformación salvaje que puede llegar a experimentar un ser civilizado cuando es sometido a un acoso que pone en peligro su hogar.
Pero lo que más altera todo el sentido argumental es el cambio de localizaciones, al sustituir la campiña inglesa por un entorno rural en los Estados Unidos, un pueblo del profundo Mississippi al que la pareja protagónica se traslada desde Los Angeles porque ella es oriunda del lugar. Una vez allí, sus modales cosmopolitas chocan con el ultraconservadurismo de unas gentes hostiles cuya mayor afición es la caza. Y son las diferencias culturales las que propician el ataque a los forasteros, que incluye la típica subtrama de linchamiento, a cuenta de que la hija menor de un entrenador local, a quien da vida el siempre torvo James Woods, ha tenido un accidental encuentro con un discapacitado mental al que acogen en su casa los Sumner.