Debate de investidura en el Congreso
Rajoy presenta un programa que entusiasma a la patronal
El candidato del PP propone recortes en la Administración pública, una reforma integral del mercado laboral que aumente la flexibilidad, mejoras fiscales para las empresas y saneamiento del sistema financiero. Rajoy anunció también la actualización de las pensiones para el 1 de enero.
Iñaki IRIONDO | GASTEIZ
El presidente de la patronal madrileña (CEIM) y vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, no podía contener su entusiasmo con el discurso de Mariano Rajoy cuando lo entrevistaron en la cadena Ser. «Es un discurso con aire nuevo. Se han abierto las ventanas y ha entrado aire fresco, aire de cambio, que es lo que necesita el país. Ha sido un discurso bueno y muy realista. Ha empezado a esbozar esas reformas que necesitamos los empresarios», repetía.
El presidente de la patronal tecnológica AMETIC, Jesús Banegas, y la presidenta del Foro de la Industria Nuclear, María Teresa Domínguez, también aplaudían a Rajoy. Los empresarios están alborozados con el futuro presidente del Gobierno. Todos menos los del sector turístico, a los que no les ha hecho ninguna gracia la posibilidad de que se supriman los puentes festivos.
Probablemente estas reacciones resuman mejor que otros análisis el discurso de investidura de Mariano Rajoy. El candidato del PP, que cuenta con mayoría absoluta para ser elegido hoy presidente del Gobierno español, anunció la necesidad de «grandes reformas» que permiten adivinar la exigencia de sacrificios sociales. Y aunque no quiso especificar la mayoría de los recortes, los que esbozó ya dejaron ver la línea en la que irán, y son los que aplauden los representantes de la patronal.
Para ofrecer un titular positivo y maquillar la sensación general de un futuro de mayores estrecheces, Mariano Rajoy anunció la actualización del poder adquisitivo de las pensiones a partir del 1 de enero de 2012. En cualquier caso, que nadie piense que se vuelva a la jubilación a los 65 años, puesto que aunque el PP no apoyó el retraso a los 67 años que aprobó el Gobierno de Zapatero, Rajoy ya aclaró que no cambiará la ley porque forma parte de los compromisos firmados con la UE.
La actualización de las pensiones fue la única alegría social en un discurso de carácter liberal, donde al Gobierno no le corresponde «suplantar a la nación, sino coordinar sus esfuerzos y facilitar la tarea», porque «el fu- turo de España es cosa de todos y cada español debe tomarlo como cosa suya».
Reformas profundas
Mariano Rajoy anunció no pocas reformas, aunque apenas las concretó. Entre éstas, una «profunda» de las administraciones públicas que, junto a algunas otras ideas introducidas en su discurso, hacen temer al PNV y a CiU que pretenda acometer un proceso de «recentralización» tomando como excusa la lucha contra la crisis económica. Adoptó la premisa de «una Administración, una competencia», pero no aclaró cuál primará cuando haya una duplicidad entre la administración española y una autonómica. «Lo tendremos que hablar», afirmó.
El «adelgazamiento» de la Administración y la reducción del déficit en 16.500 millones de euros también tendrá repercusiones laborales puesto que, por ejemplo, supone congelar el empleo público, sin poner en marcha nuevas oposiciones, salvo para las FSE y servicios públicos básicos no concretados.
Y si la reforma de las Administraciones va a ser «profunda», la del mercado laboral se presenta como «integral» y urgente. El proyecto se presentará en el primer trimestre de 2012 y se basará en la «flexibilidad», el cambio de raíz de la negociación colectiva y apartar a los tribunales de la resolución de las diferencias entre trabajadores y empresarios, buscando «fomentar los acuerdos entre las partes y hacer más fluidas las relaciones laborales».
Acabar con los puentes llevando las fiestas al lunes, salvo las fechas de «mayor arraigo», y poner fin las prejubilaciones fueron algunas de sus propuestas que agradaron a los empresarios, porque son quienes se las han pedido en la reuniones que tuvieron con el candidato. También anunció medidas para sanear las entidades financieras, pues tampoco hay que olvidar que fueron los líderes bancarios los primeros que pasaron por su despacho de la calle Génova.
Los cambios en fiscalidad se presentaron como un intento de incentivar la actividad económica beneficiando a las empresas. Pero, por contra, la reforma anunciada en el Impuesto de Sociedades supondrá, según técnicos de Hacienda, dejar de ingresar 9.500 millones.
Diálogo con mayoría absoluta
Mariano Rajoy abogó también por una reforma de la administración de justicia, porque «hay que recuperar la confianza de los ciudadanos en la Justicia y propiciar el respeto a su independencia e imparcialidad, tanto en lo que afecta al órgano de gobierno de los jueces, como al Tribunal Constitucional». La mención provocó los aplausos de la bancada del PP, quizá por las acusaciones de parcialidad lanzadas contra el TC tras la sentencia que legalizó Bildu.
En todo caso, ahora que tiene mayoría absoluta Rajoy propone diálogo a la oposición para renovar el Tribunal Constitucional y otras instituciones, cambios que el PP tuvo paralizados en la pasada legislatura.
Sacrificios no baldíos
Rajoy propuso también un pacto educativo, que fije -como si no lo estuvieran- unas enseñanzas comunes en todo el territorio nacional, e incluyendo un alargamiento del bachillerato de dos a tres años.
Mariano Rajoy concluyó su discurso pidiendo unidad «a los españoles» y garantizando que «se darán las condiciones para que todos los sacrificios rindan provecho». «No voy a solicitar un esfuerzo baldío», aseguró quien hoy será elegido presidente del Gobierno español.
Mariano Rajoy anunció la revisión del modelo de televisiones públicas, comprometiéndose a presentar de inmediato en el Congreso la reforma legal necesaria para permitir nuevos modelos de gestión, que podrían incluir la entrada de capital privado.
Al final del debate de hoy, Mariano Rajoy será elegido presidente del Gobierno. Su nombramiento se publicará mañana en el BOE y jurará su cargo ante el Rey. Después dará a conocer los miembros de su gabinete, que tomarán posesión de sus cargos el jueves y celebrarán el primer Consejo de Ministros el viernes. GARA
Debe ser la primera vez que la palabra ETA no figura en el discurso de investidura de un candidato a presidir el Gobierno español, pese a que resulta evidente que el cese de la lucha armada anunciado el 20 de octubre está de actualidad aún y no ha resuelto el conflicto con Euskal Herria. Pero es que Mariano Rajoy tampoco abordó en su intervención inicial nada relacionado con las reclamaciones nacionales vascas y catalanas. Una cosa es centrar el discurso en la crisis y otra olvidarse de muchas otras cuestiones que siguen siendo básicas en la gobernabilidad del Estado, aunque se tenga mayoría absoluta.
Mientras se concretaba hasta la creación de un Ministerio de Agricultura, no se hacía mención alguna a una cuestión de tanta actualidad como la corrupción y el uso del dinero público, tema de primera página en los últimos días a través del juicio al expresidente de la Generalitat valenciana y el procesamiento que revolotea sobre un miembro de la familia del Rey.
Materias relacionadas con los derechos civiles quedaron también al margen del discurso de Mariano Rajoy, que tampoco concretó demasiado en lo relacionado a derechos sociales como la garantía de la sanidad gratuita, la Ley de Dependencia, el acceso a una vivienda digna o el problema de los desahucios. Y tampoco abordó la política de infraestructuras. I.I.