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Relevo de Kim Jong-Il

Incertidumbre tras la repentina muerte del líder norcoreano

El líder de Corea del Norte, Kim Jong-il, falleció repentinamente el sábado a los 69 años por un infarto, según informaron ayer los medios oficiales, que anunciaron la designación inmediata de su hijo menor, Kim Jong-un, como líder supremo de «la revolución coreana». Su muerte genera incertidumbre en la región, pero también una débil esperanza de cambio en el único régimen estalinista, dotado de armamento nuclear, y uno de los países más pobres y herméticos del mundo.

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GARA | PYONGYANG

Un escueto comunicado oficial informó ayer de que Kim Jong-il, el «querido líder» norcoreano que dirigió el país con mano de hierro y un sólido aparato de propaganda desde 1994, murió a causa de un infarto el 17 de diciembre en torno a las 8.30, hora local, cuando viajaba en tren fuera de la capital, Pyongyang. El régimen comunista norcoreano había comenzado a preparar su sucesión en setiembre de 2008, cuando sufrió una apoplejía.

Kim, que era secretario general del Partido de los Trabajadores de Corea, presidente de la Comisión Nacional de Defensa y comandante supremo del Ejército Popular de Corea, «recibía tratamiento médico desde hacía mucho tiempo a causa de sus problemas cardíacos y cerebrovas- culares», según la agencia oficial norcoreana KCNA, que agregó que el infarto fue resultado de «el gran estrés físico y mental que le había ocasionado su liderazgo ininterrumpido en favor de la construcción de una nación próspera». El funeral, que estará presidido por su hijo menor y sucesor, Kim Jong-un, se celebrará el 28 de diciembre y el duelo nacional durará hasta el día 29.

La KCNA proclamó la inmortalidad de las «proezas revolucionarias» de Kim Jong-il y afirmó que su hijo y sucesor es «otro gran hombre» que liderará la «revolución coreana» de la forma «más sabia»para frustrar «las maniobras de los imperialistas».

Durante su régimen, Kim Jong-il se consolidó como un estratega desafiante que, pese a una economía destrozada, erigió su país en una potencia atómica. Con él, Corea del Norte vivió algunos breves periodos de distensión con Corea del Sur y EEUU, truncados siempre por repentinas pruebas nucleares o lanzamientos de misiles. Considerado impaciente y excéntrico, amante de la buena mesa y el alcohol y del cine, su vida privada estuvo envuelta en el misterio.

Su sucesor, Kim Jong-un, se enfrenta ahora al reto de gestionar una economía empobrecida y el aislamiento cada vez mayor de un país que ha basado su gobierno en el culto extremo a la personalidad. También deberá hacerse cargo de aclarar la dirección de la política exterior norcoreana, después de que en los últimos meses se produjeran intentos de acercamiento con EEUU, encaminados a una posible reanudación del diálogo a seis bandas para la desnuclerización del militarizado y hermético país. Kim Jong-il expresó hace cuatro meses su interés en retomar es diálogo.

Pero su muerte ha suscitado un clima de incertidumbre y temor en la región, en Japón y sobre todo en Corea del Sur, pues ambos países se encuentran técnicamente en guerra después de que el conflicto que les enfrentó (1950-1953) terminara con un armisticio y no con un tratado de paz. Se desconoce el rumbo que el nuevo líder pueda tomar en cuestiones claves para la estabilidad y la seguridad, pero se espera que Kim Jong-un siga la línea de mano de hierro de su padre, aunque su inexperiencia, para analistas surcoreanos, podría crear un hermetismo aún mayor del régimen.

Algunos expertos apuntan que su juventud podría despertar recelos en las elites políticas y militares y que incluso podría desatarse una lucha por el poder.

Unas horas después de que se conociese la noticia del fallecimiento de Kim Jong-il, Pyongyang realizó un ensayo de misil de corto alcance en su costa oriental, que impactó en el mar. Un responsable surcoreano citado por Yonhap descartó que ambos hechos estuvieran relacionados y que se tratara de una provocación relacionada con la muerte de Kim.

Alerta en Corea del Sur

Antes de este lanzamiento, el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur había puesto en estado de alerta a todas las unidades militares. Fuentes citadas por Yonhap señalaron que la Fuerza Combinada de Corea del Sur y EEUU aumentó el control de las actividades militares norcoreanas en la frontera común.

La última vez que Seúl elevó el nivel de vigilancia sobre su vecino fue en noviembre de 2010, cuando Pyongyang bombardeó la isla surcoreana de Yeonpyeong, ubicada cerca de la frontera marítima entre las dos Coreas.

El presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, declaró a su Gabinete en estado de emergencia.

Las reacciones se sucedieron a lo largo de la jornada. China, su principal aliado, Rusia, Venezuela e Irán expresaron sus condolencias y apoyo no sólo al nuevo líder sino a Corea del Sur -en el caso de Moscú y Beijing- para garantizar la paz y la estabilidad en la zona, mientras que EEUU y sus aliados de Londres, París y Berlín expresaron una débil esperanza de que la muerte de Kim suponga un «punto de inflexión» hacia la «democracia» y la «libertad».

Horas después de conocerse el fallecimiento de Kim Jong-il, la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución de condena, que contó con 123 votos a favor, 16 votos en contra y 51 abstenciones, de las «graves y siste- máticas violaciones» de los derechos humanos en el país, entre los que se incluyen restricciones a la libertad de expresión, religión y reunión, ejecuciones públicas y detenciones arbitrarias.

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