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Maite SOROA | msoroa@gara.net

No les gustan ni los que son de su cuerda

Las ministras y ministros del Gobierno de Mariano Rajoy tomaron posesión el jueves y algunos no han tardado en empezar a darles leña, como al titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, quien a pesar de seguir el manual del PP en su primera intervención ya ha sido tachado de blando. En Libertaddigital.com, donde campea la derecha más ultramontana, Emilio Campmany empezaba lamentándose: «Algunos ingenuos creímos que el PP daría un giro a la política de negociación de Zapatero. Es pronto para estar seguros de habernos equivocado, pero todo apunta a que así ha sido.»

A continuación, el columnista de extremo centro se explicaba: «Elemento esencial para conocer las intenciones de Rajoy era ver si la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias seguía en Interior o volvía a Justicia. Y, se quedara en un departamento o volviera al otro, quién sería el encargado de gestionarlo. Pues bien, la mañana del jueves el BOE nos ha informado de que Penitenciarias sigue en Interior. Y, desde el miércoles, sabemos igualmente que aquella cartera le ha tocado a Jorge Fernández Díaz, alguien de perfil bajo (y blando) que parece la persona ideal para proseguir, dirigido desde Moncloa, lo que el malhadado Zapatero comenzó.». Vamos que no le gusta el catalán, que al parecer es muy amigo de Rajoy, otro que probablemente tampoco le gusta a Campmany. Al menos tanto como otros compañeros de su partido. Lo mismo le pasa a Gallardón, flamante ministro de Justicia, a quien tampoco dejaba en buen lugar: «En esto de la ETA, Justicia no va a pinchar ni cortar nada y por eso se le ha podido dar a Gallardón, para que se entretenga enredando en los nombramientos del CGPJ y del Tribunal Constitucional y no juegue con las cosas de comer».

Vamos, que como conclusión afirma que no le convence ni Rajoy ni sus compañeros: «El caso es que el maquiavelo de León y sus huestes destrozan el país, votamos a unos tíos por botar a Zapatero y, cuando tienen que hacerse cargo de los escombros, lo único que hacen es alabar las grandes cosas que han hecho sus antecesores». Algunos son tan, tan, tan carcas que acabarán acusando al nuevo Gobierno español de rojo-separatista. Al tiempo. Aunque siempre les quedará Rosa Díez...

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