Kukutza cuenta con un libro propio que recoge su trayectoria y últimos días
Tres meses después de que derribaran Kukutza en el barrio bilbaino de Errekalde, ha visto la luz «Ellos por dinero, nosotras por placer». El libro recopila lo sucedido y ensalza la labor de los espacios autogestionados.
GARA | BILBO
Han pasado más de tres meses desde que la Ertzaintza derribara el gaztetxe de Kukutza, en el barrio bilbaino de Errekalde. El tema sigue saltando de boca en boca, y aún hoy la imagen del edificio en ruinas permanece fresca en la mente de mucha gente. Precisamente, esos recuerdos, la cadena de sucesos que desembocaron en el desalojo y posterior demolición, el remolino de sentimientos y las olas de solidaridad han sido recogidas en las páginas de un libro que ayer Lutxo Egia, coautor junto con miembros de Kukutza, presentó en Bilbo, en el gaztetxe 7Katu.
«Ellos por dinero, nosotras por placer» (Txalaparta) es el título elegido. Sólo un mes más tarde desde que se ejecutara el derribo, el 21 de octubre, los autores terminaron de escribir el libro. Desde la editorial aseguran que «es una especie de cajón de sastre que guarda en su interior retales de un proyecto dirigido al desarrollo personal, la lucha colectiva y la transformación social» y que recoge fragmentos de lo sucedido durante aquellos días. «Son bocetos que nos invitan a repensar nuestra manera de vivir», dicen.
Las personas que han participado en el proyecto de mantener vivo Kukutza subrayan que entre aquellas cuatro paredes llenas de color e imaginación bullían las ideas. Unas paredes que hoy no existen, pero no por ello dejaron de existir los proyectos y los deseos que allí se «cocían». También siguen vivas las personas que crearon aquellas ideas, «con idéntica ilusión, con fuerza y con una firme determinación: continuaremos buscando respuesta a nuestras necesidades ocupando espacios, mentes y corazones».
Para despertar los barrios
Además de dar a conocer lo que era Kukutza y dejar constancia de aquellos intensos días de enfrentamientos y cargas policiales, la publicación reconoce la labor de Kukutza y de los espacios autogestionados en general. Consideran que son estos espacios los que han permitido a las personas vinculadas a ellos ser críticas con lo que les rodea, así como a impulsar otro tipo de relaciones.
Añaden que son una casa «viva que transforma el entorno, más allá de la simple gestión, para intentar despertar nuestros barrios y calles». Lamentando que el de Errekalde ya no existe, alabaron el trabajo que se desarrolla desde el gaztetxe Kortxoenae, en el barrio donostiarra de Gros, que ha cumplido un año. También reconocieron los 46 años de Hori Bai, de Larrabetzu, los locales de Lizarra y Olazti (15 años) o el de Donibane Lohizune (20 años).
«Nos damos cuenta de que somos capaces de tomar nuestras propias decisiones y de organizar nuestro tiempo, (...) de que el aprendizaje es posible de forma colectiva sin necesidad de instituciones».