Después del triunfo en Cannes, «Drive» está consiguiendo en los EE.UU. algunos de los premios de la crítica que sirven de antesala a los Óscar, además de las oportunas nominaciones a los Globos de Oro. Los más premiados son Albert Brooks y Cliff Martínez, como actor secundario y compositor de la música, respectivamente. Y sí que son dos de los elementos más destacados de la película, ya que el veterano intérprete hace un papel hiperviolento, que parece salido de la galería de matones de Tarantino. Pero todavía resulta más esencial el trabajo de Cliff Martínez en una banda sonora que contribuye a desarrollar esas atmósferas tan características del cine de Nicolas Winding Refn, y que viene a ser como el papel que juega Angelo Badalmenti en las películas de David Lynch.

Curiosamente, en los títulos de crédito iniciales de «Drive» figura el nombre de Badalamenti, tal vez porque fuera el compositor inicialmente previsto. A la música incidental se suma una selección de canciones tanto o más envolventes, que son: «Nightcall» de Kavinsky; «A Real Hero», de College; «Thick of the Clock», de Chromatics; «Under Your Spell», de Desire y, por último, el tema «Oh My Love», de Riz Ortolani para la película «Adiós Tío Tom» (1971), cantado por Katyna Rainieri. Entre todas estas melodías imborrables se consigue el efecto hipnótico que el cineasta danés persigue, dejando un lado los diálogos, breves pero contundentes.

Se imponen la soledad del conductor y las imágenes nocturnas de una ciudad de Los Ángeles por descubrir, sin que la velocidad altere nunca al protagonista, un tipo flemático que diríase heredero directo de Steve McQueen. No en vano es alguien metódico, que cronometra el tiempo exacto de los golpes en los que interviene al volante de su Chevy Impala. En toda la película Ryan Gosling no se desprende de su cazadora de piloto con un escorpión a la espalda.