DOSSIER 2012 | EKONOMIA: UN NUEVO AÑO DE CRISIS
La crisis del euro seguirá viva otros doce meses
Los próximos doce meses se presentan como una continuación de los anteriores. «Otro año de pesadumbres», según define el autor, quien concluye que el peso de la salvación de la moneda única, del sector financiero y de las cuentas públicas volverá a caer en las espaldas de los más desfavorecidos.
Alberto CASTRO Analista económico
Las tareas inacabadas de los gobiernos europeos, junto a los acuerdos cogidos con alfileres de la última cumbre del 9 de diciembre, harán del 2012 otro año de pesadumbres.
En este caso, además, no nos fijamos solo en el entramado legal de ajustes y recortes que se pondrán a punto para el mes de marzo, según los cálculos de Bruselas, sino en las penalidades que deberán sufrir los trabajadores y los desempleados.
Los que todavía disfruten de un puesto de trabajo verán sus derechos drásticamente menguados, mientras que para el resto, las posibilidades de acceder a un empleo digno serán casi remotas. Y es que todo lo que se les propone son programas de esclavitud encubierta, aunque lo vistan de mil maneras. «Miniempleos», precariedad, dictadura patronal.
Este punto debiera ser el centro de todos los debates y discusiones una vez que la crisis financiera, y después, en Europa, la crisis del euro o de deuda soberana, haya desbaratado lo poco que se había construido para forjar la unidad monetaria, económica y política soñada desde el Tratado de Maastricht.
Pero, por de pronto, apenas se dejan huecos para alimentar esa esperanza de un cambio en la dirección de la gráfica del paro y todo se refiere a la magia del déficit cero y a una lista de exigencias patentadas por el gobierno alemán.
Nuevo campo de juego
El nuevo campo de juego para 2012 tiene ya las líneas marcadas desde la pasada cumbre europea. Y ha sido Angela Merkel, con la ayuda de Nicolas Sarkozy, quien las ha pintado, aunque sea con brocha gorda.
Así, los estados de la eurozona no podrán alcanzar un déficit del 3% del PIB so pena de ser sancionados. Falta por determinar cómo se aplicarán esas sanciones y mediante qué mecanismo.
En otro nivel se ha cambiado el organismo para gestionar los fondos destinados a lograr la estabilidad del euro. A partir de julio de 2012 comenzará el proceso de puesta en marcha del ESM (Mecanismo Europeo de Estabilidad). Nacerá con un presupuesto de 500.000 millones de euros y sustituirá al provisional Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), que culminaría su función en 2013 con la ejecución de los programas ya previstos a los que se asignaron finalmente 440.000 millones en garantías. El nuevo mecanismo asistirá a los estados con problemas a cambio de aceptar su intervención en el diseño de la política fiscal y económica.
También se han establecido los límites de actuación del BCE, que no podrá salirse de la vía marcada por Merkel, es decir, no podrá facilitar la financiación a los estados de forma directa. Se limitaría a favorecer la liquidez de los bancos, ampliando los colaterales ofrecidos como garantías. Para este cometido, tiene previsto prestar a los bancos a tres años sin límites prefijados. Asimismo, el FMI tomará parte de forma más activa en la lucha contra la crisis del euro al dotársele de 200.000 millones de euros por parte de la eurozona -150.000 millones de euros ya están comprometidos- y del resto de la Unión Europea. Se reforzará así su papel de prestamista.
Por último, se cierra la puerta a otras quitas de deuda pública en entidades privadas, como sucedió con Grecia, y se establece la definitiva pérdida de la soberanía de los estados al dejar en manos de la Comisión y el Consejo la supervisión de las reformas propuestas para las reducciones del déficit.
Todos estos acuerdos, todavía sin la letra pequeña correspondiente, llegan en el cuarto intento de dar una respuesta conjunta a la crisis del euro. Los expertos dicen que el paso dado el 9 de diciembre es el más profundo, pese a la espantada de Gran Bretaña, que veía con malos ojos la pérdida del control de la industria financiera radicada en la isla y que no tiene interés en admitir más obligaciones con la eurozona.
Más dificultades
Por tanto, en este terreno hecho de austeridad, disciplina fiscal, sanciones y déficits cero, las oportunidades de vislumbrar un 2012 esperanzador son escasas. Dentro del Estado español, además, las dificultades son más extremas. La crisis del euro, o mejor dicho la crisis de confianza en el euro, caía como lluvia sobre suelo mojado. Sobre el suelo de una burbuja financiera llena de ladrillos. En el Estado español se llegaron a empezar más de 800.000 viviendas en un año, superando las iniciadas conjuntamente en el Estado francés, Alemania y Gran Bretaña.
Ese boom inmobiliario, alentado por los gobiernos del PP y del PSOE, los bancos, constructoras y promotores, es ahora una losa casi imposible de mover. Sus efectos perversos sobre el empleo -el Estado español dobla la media del paro europeo-, sector financiero y actividad industrial añaden ese plus de pesimismo a la hora de aspirar a un cambio de rumbo este año.
Y en estas estamos, cuando todas las estrategias pensadas para el futuro inmediato nos llevan a una recesión segura, a un aumento del desempleo, aunque parezca ya imposible, y a un entorno de desesperanza. El crecimiento en la eurozona en 2012, de producirse, será irrisorio, y solo alcanzará a Alemania y el Estado francés. En la mayoría habrá decrecimiento, como consecuencia directa de los duros ajustes fiscales previstos.
La crisis del euro, por tanto, seguirá entre nosotros un año más pero vestida del peor modo, vestida de fatal crisis del empleo y pérdida acelerada de derechos sociales. El peso de la salvación del euro, la regeneración del sector financiero y el saneamiento de las cuentas públicas caerá, una vez más, sobre las espaldas de los más desfavorecidos.