DOSSIER 2012 | KULTURA
Resistencia imaginativa
Carlos GIL
Analista cultural
Pensar sobre el futuro de las Artes Escénicas es una de las acciones más voluntariosas que se pueden realizar. O se escapa un suspiro o un llanto. No es una cuestión de derrotismo ni de optimismo, se trata de mirar los presupuestos o los posos del café, y en todos los casos aparece el mismo mensaje: resistir es algo más que un verbo. Los efectos de esta crisis, sean provocados por ella, o aprovechándose de esta circunstancia económica, pueden ser coyunturales o estructurales. Todo lo que sea en detrimento de la formación, como el caso de la Escuela Navarra de Teatro, no es solamente la pérdida de un patrimonio o de una historia reciente, sino que es la amputación del futuro en términos reales. En la CAV, se esperan obras para un centro de rango superior que puede ser un sueño o una simple pesadilla. En ello estamos, esperando. Es posible que desaparezcan compañías, grupos, asociaciones, o que se mantenga en estado pasivo. Las programaciones van a seguir disminuyendo, en algunos casos convirtiéndose en residuales. Los teatros de las capitales seguirán manteniendo su ritmo, con dificultades. Los festivales, ferias y otros eventos, se acomodarán a las circunstancias. Está en manos de los públicos con su respuesta para que se consoliden. Todavía no hay alarmas importantes aunque se detecten síntomas de recesión en el número de espectadores. Estamos en otra etapa, de cambios, quizás finalizando un modelo y un sistema. Por eso es el momento de ejercer la resistencia más imaginativa, más generosa, más eficaz, sin restricciones, del día a día. Será difícil, pero no imposible, mantener la esperanza.