Mikel INSAUSTI

Hollywood ha hecho más por la idealización de la institución familiar que ningún otro medio en ninguna parte, casi siempre buscando el lado épico y hasta milagroso de historias reales. Un perfil maniqueo al que responde “comme il faut” la nueva película de Cameron Crowe, la más optimista de cuantas haya realizado jamás. Pensada, como no, para los tiempos de crisis que corren, ya que elogia la experiencia de un emprendedor que, desoyendo los consejos del hermano que trabajo en el sector bancario, adquiere un ruinoso zoológico para su relanzamiento. Contra todo pronóstico saldrá triunfante de su loca aventura, gracias a la colaboración de sus hijos y los antiguos trabajadores del zoo, entre los que llegan a formar una gran y unida familia. Y de la divina providencia, porque el día de la reinauguración sale el sol, cuando el parte meteorológico anunciaba la persistencia de las tormentas de las fechas previas. Para el verdadero Benjamin Mee, el periodista inglés autor del texto original, no debió de resultar tan fácil.

“Un lugar para soñar” funciona muy bien como comedia romántica, debido a que el estelar Matt Damon hace de viudo, lo que facilita su relación amorosa con una Scarlett Johansson que ejerce como su principal colaboradora en el cuidado de los animales. El nuevo dueño del parque animal Rosemoor tarda en aceptar la situación terminal del viejo tigre que sirve de emblema e imagen al recinto, de igual modo que no consigue dejar atrás el recuerdo de su difunta esposa. Por eso el primer beso y el primer abrazo tardan en llegar, habida cuenta de que la narración se toma su tiempo hasta sobrepasar las dos horas. La animosa banda sonora compuesta por el islandés Jónsi, del grupo Sigur Rós, aligera el relato y permite que se disfrute con agrado de un tirón. Y sus temas no desmerecen junto a la lista de grandes canciones incorporada una vez más por el melómano Crowe, y que incluye a Neil Young, Otis Rush, Randy Newman, Bob Dylan, Tom Petty, Cat Stevens o Isley Brothers.