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Han asumido que la cita de Bilbo será histórica

Todavía faltan dos días para la manifestación convocada por la iniciativa Egin Dezagun Bidea en Bilbo, pero hace tiempo que se intuye que la cita puede ser histórica. El número de adhesiones que han logrado los convocantes, no solo en Euskal Herria sino también en otros puntos del planeta, y la cantidad de autobuses organizados para acudir a la capital vizcaina son algunos de los indicadores que permiten prever una movilización multitudinaria. No son los únicos. La respuesta que desde los aparatos del Estado se ha dado a la convocatoria muestra a las claras que en Madrid seguirán con atención el desarrollo de la marcha.

La situación de los prisioneros vascos está en el centro del debate político, y la sociedad vasca exige que se den pasos. En este sentido, el auto del juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska coartando la libertad de expresión de aquellas personas que deseen asistir a la manifestación retrata perfectamente a su autor y a la propia institución judicial. Del mismo modo en que la nota de prensa remitida ayer por el Departamento de Interior de Lakua retrata a un Ejecutivo que se muestra incapaz de acercarse, aunque sea tímidamente, a lo que le demanda la ciudadanía vasca. Rodolfo Ares ha amenazado con cargar contra la multitud. Es una amenaza inexplicable por parte de quien debería velar por la seguridad de los ciudadanos, pero baldía, porque el consejero de Interior no va a tener excusa para cargar contra nadie. Sus palabras denotan miedo e incapacidad de adaptarse al nuevo escenario.

Tampoco se entiende la actitud de los responsables de Metro Bilbao, que no han previsto ningún servicio especial a pesar del volumen de gente que utilizará este medio de transporte. Curioso proceder el de quienes deberían promover el transporte público. ¿Quién asumirá la responsabilidad en caso de colapso del metro? Es imposible no sospechar que si en vez de esta manifestación hubiera sido otro evento la actitud habría sido diferente. A pesar de todo, se trata de amenazas y obstáculos que quedarán en anécdota cuando pasado mañana la calle Autonomía se vea desbordada.

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