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Arantza Santesteban Historiadora

2012: Apocalipsis now

Toca superar viejos esquemas y plantear métodos renovados e integradores que aglutinen todo el descontento social y lo reformulen en clave de respuesta social

Según algunas teorías, 2012 traerá consigo el fin del mundo. Algunas voces afirman que el mundo desaparecerá en una suerte de estallido brutal; otras hablan de que estrenaremos un nuevo ciclo en el devenir de la humanidad. Yo, por si acaso, no me posiciono, no vaya a ser que me parta en dos un rayo apocalíptico. En todo caso, y con los pies en la tierra, es fácil intuir que lo verdaderamente apocalíptico van a ser los planes de las élites económicas para el recién estrenado 2012.

Hace un tiempo que vienen desarrollándose profundos cambios en la conformación del mundo que nos ha tocado habitar. El cambio de siglo trajo consigo el boom de las nuevas tecnologías y la creciente sensación de que vivimos en un mundo cada vez más globalizado. En 2008, nos condenaron primero a una crisis financiera y después a una crisis económica global. En 2012 las consecuencias de la crisis seguirán haciendo mella en las clases cada vez más precarizadas. Seguiremos asistiendo al desolador paisaje social que se observa en gran parte del panorama internacional y que está cambiando paulatinamente la realidad de la histórica Europa social, que ve como la pobreza y la precariedad se extienden entre sus habitantes. Crónicas diarias seguirán relatando nuevos desahucios, datos de paro y alguna ruina más, y cuando finalice el año, harán cuentas y nos anunciarán que la banca ha vuelto a ganar.

Así las cosas, 2012 plantea un reto a la izquierda. Analizar de qué manera está cambiando el mundo. Los indicios de respuesta que han podido suponer los levantamientos en el mundo árabe y la ola de los indignados en los países de occidente son un buen termómetro para ello. En las décadas de la segunda mitad del siglo XX, la indignación popular se organizaba en formato de guerrillas marxistas de liberación nacional, pero hoy en día las formas de levantamiento popular han cambiado. La masa está más adoctrinada que nunca, las referencias de lucha son menos contundentes y, por lo tanto, toca reflexionar sobre cómo construir una verdadera alternativa que combata en términos de eficacia el actual sistema económico.

También en Euskal Herria. A lo largo de 2012 en la izquierda independentista tocará reflexionar sobre todo eso. La sociedad vasca no es ajena a estos cambios, nos movemos en parámetros sociales que nada tienen que ver con el siglo anterior. Por ello, el momento nos exige plantear fórmulas que conecten con la realidad que viven a diario miles de personas en nuestro pequeño y épico país. Estoy convencida de que su mayoría social desea una alternativa desde la izquierda. Y para ello hace falta sumergirse entre los sectores más castigados por la crisis, escucharles y plantear dinámicas constructivas que den respuesta a las necesidades de mujeres y hombres para los que vivir empieza a ser una auténtica misión. Toca superar viejos esquemas y plantear métodos renovados e integradores que aglutinen todo el descontento social y lo reformulen en clave de respuesta social. Y toca seguir construyendo alternativas que demuestren que se puede hacer política en la dirección contraria a la de los gobiernos ultraconservadores que tendremos que padecer durante unos cuantos años.

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