Philippe Montanier, sus jugadores y los 22.330 aficionados que acudieron a Anoeta dieron más importancia a la ida de los octavos y trasmitieron más ilusión por una Copa que deja de ser esquiva para la Real. Eso permitió encarrilar la eliminatoria ante un Mallorca que solo inquietó en el primer cuarto de hora.

La Real empezó a obtener un resultado ideal en una ida copera desde los planteamientos de sus entrenadores. Mientras Caparrós alineó de salida a cuatro jugadores que comenzaron el último partido de Liga contra el Getafe -y tres eran defensas y el cuarto el primer sustituido-, Montanier presentó un once muy parecido al habitual en los últimos encuentros ligueros.

Sólo Bravo y Vela tuvieron descanso en beneficio de Eñaut Zubikarai y Xabi Prieto y esa importancia que dieron los entrenadores al partido se plasmó en el campo, con una Real que se mostró muy superior, que combinó muy bien en todo momento y a la que solo le faltó para dejar sentenciada la eliminatoria más decisión en los últimos 20 metros y más aportación de los delanteros. De los cinco que jugaron solo Agirretxe estuvo bien.

Por ello los blanquiazules apenas tuvieron más ocasiones claras que las dos fabricadas y materializadas por los grandes protagonistas de la noche, Aranburu y Agirretxe, que se merecieron las ovaciones con las que les despidió una afición entusiasmada y deseosa de llevar lejos la ilusión por la Copa.

Una parada y un gol

Entre los dos fabricaron la jugada del primer gol tras un cuarto de hora en el que el Mallorca comenzó mejor y tuvo dos opciones claras al aprovechar, especialmente, que Demidov estaba fuera de onda. En la segunda Eñaut sacó una mano en la que demostró sus reflejos. Esa parada y el gol de Aranburu cambiaron radicalmente el partido. A partir del 1-0 la Real pasó a dominar el juego, acaparó la posesión de balón y fue muy superior al Mallorca, aunque sin traducir esa superioridad en muchas ocasiones de gol.

A parte de los goles, solo se pueden rescatar dos opciones en el primer tiempo. La primera fue mal anulada a Estrada por un fuera de juego inexistente en una acción en la que Paradas Romero, dentro de una actuación muy perjudicial para la Real, dio la ley de la ventaja sin sancionar una falta de Cáceres que debió suponer su segunda amarilla. En la segunda Agirretxe, dentro de su completa actuación, no encontró rematador en un centro en el que Elustondo y De la Bella se molestaron.

Del segundo tiempo pocas oportunidades se pueden rescatar al margen de otra buena parada de Eñaut en un disparo lejano y del gol de Agirretxe. Culminó una gran jugada de todo el equipo, con un servicio de Elustondo que Griezmann dejó pasar para la llegada de Aranburu, cuyo remate con la izquierda despejó al larguero Calatayud para que el nueve encontrara ahí el premio a un gran partido.

El usurbildarra aporta goles como siempre que le han dado oportunidades, pero lo más importante es lo mucho que ha mejorado en otras facetas, sobre todo en su juego de espaldas, al aguantar el balón ante los centrales y dar salida a su equipo.

Fue el más destacado de un partido en el que no hubo término medio. Siete jugadores realistas estuvieron muy bien y los demás mal. Por fortuna, el nivel del Mallorca fue muy bajo y eso permitió que el resultado fuera el que todos habrían firmado antes del partido, aunque no es definitivo. Además Caparrós no reservará en su campo a tantos titulares. Pero mal harán los blanquiazules si empiezan a pensar ahora en ese partido. Que la borrachera de ilusión que supone la Copa no lleve a olvidar que el partido más importante de esta semana es el derbi del sábado con Osasuna.