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Internacional

De «L´enfant terrible» al Elíseo

El ex-futbolista que revolucionó el fútbol británico, Eric Cantona, promueve su candidatura a las presidenciales francesas. Fútbol y política, como la vida misma.

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Joseba VIVANCO

Alguien recordó una vez que a menudo se repite que el fútbol se parece a la vida, pero que a veces dan ganas de decir que es la vida la que se parece al fútbol. Quizá por eso no nos resulte extraño, a esta alturas, que uno de esos históricos talentos del balompié mundial, el genial Eric Cantona, haya anunciado su salto a la política activa, como «ciudadano comprometido» que quiere presentarse a las presidenciales francesas de dentro de unos meses. ``1966 fue un gran año para el fútbol inglés: nació Eric'', se jactaba años después de revolucionar el fútbol de las Islas una campaña de Nike. Quién sabe si este 2012 el eslogan puede volver a repetirse.

Con 25 años, tras purgar penas por seis equipos y sin despegar, anunció su retirada del fútbol. Era 1991. Un año después, se proclamaba campeón de la Premier con el Leeds. Para Cantona no hay nada imposible. Al año siguiente, repitió título pero en las filas del Manchester United. Era el primer jugador en coronarse campeón dos años seguidos con distintos equipos.

Antes de conseguir aquello, había salido por la puerta de atrás de más de un club francés, tras poner un ojo morado a un compañero del Auxerre, llamar «algo parecido a un saco de mierda» al entrenador galo Henry Michel por no convocarle, patear adrede un balón en dirección a los espectadores jugando en el Marsella, lanzar las botas a la cara de un compañero en el Montpellier, tirar un balonazo a un árbitro en el Nimes... «No podemos juzgarle como a cualquier otro jugador. Detrás de usted hay un rastro de olor a azufre. No podemos esperar nada», dictaminó la federación francesa tras este último incidente, por el que le sancionó un mes, castigo que se elevó a dos tras llamarles después «idiotas».

«Cuando la prensa está contra ti, hay que callarla con goles. Los defensas y los centrocampistas no pueden hacerlo. Por eso fui delantero», dijo una vez. Pero fue demasiado. Cantona anunció entonces su prematura retirada, pero el seleccionador Michel Platini y su ayudante Gerard Houllier le convencieron para que emigrara a Inglaterra. Lo hizo y terminó fichando por el Leeds. Se proclamó campeón. Después, Alex Ferguson le fichó por 1,2 millones de libras.

Aquella patada a un aficionado

El bautizado como L'enfant terrible revolucionaría a partir de entonces el fútbol inglés, que empezaba a sacar la cabeza tras el ostracismo europeo posterior a la famosa tragedia del estadio de Heysel. «Daría todo el champagne que he bebido en mi vida por jugar junto a él en un gran partido europeo en Old Trafford», afirmaría el no menos mítico, más genial y mucho más díscolo George Best.

Suyo es haber liderado el nacimiento del gran Manchester United que hoy conocemos, suyos son los títulos conseguidos, su cuello de la camiseta doblado hacia arriba como hoy `chulea' Cristiano Ronaldo -«No fue premeditado. En un partido me dio frío y me subí el cuello. Como ganamos, decidí jugar siempre con el cuello levantado»-, suya es la inolvidable imagen en 1995 de aquella patada `karateka' lanzada a un aficionado del Crystal Palace durante un partido, porque le gritó: «Vuélvete a Francia con tu p... madre, bastardo».

Por aquello le cayeron nueve meses de sanción. «Pido perdón a todos, al Manchester United, a mis compañeros de equipo, a los fans, a la Federación... y también quiero disculparme con la prostituta que compartió mi cama la tarde pasada», ironizó en su arrepentimiento. El propio club le castigó otros cuatro meses más. «¿Mi mejor momento? Cuando le di la patada a aquel hooligan», confesó años después. Por cierto, el autor del insulto, un veinteañero, dicen que perdió su trabajo, parte de su familia no quiso saber nada de él y los tabloides británicos le persiguieron. Incluso se le acusó de una violación. Y sigue siendo un enemigo número uno de la afición red devil.

Cantona colgó las botas con 31 años, en 1997. Se volcó en el fútbol-playa, hizo cine -se protagonizó a sí mismo en ``Buscando a Eric''- y desfiló por la alfombra de Cannes, hoy participa en obras de teatro y ahora quiere ser presidente de la República Francesa. «Ninguno, soy yo», fue su respuesta a la pregunta de si el mejor jugador francés de la historia era Michel Platini o Zinedine Zidane. ¿Tienen alguna duda de quién será el mejor inquilino del Elíseo?

Lo que hay detrás de su candidatura es un movimiento activista a favor de la vivienda digna, creado por la Fundación Abbé-Pierre, una famosa ONG francesa, y que reivindica la construcción de 500.000 viviendas al año, de ellas 150.000 sociales, así como una limitación del precio de los alquileres, para evitar los desahucios o para que los más pobres puedan tener un techo.

No es la primera vez que Cantona se compromete así. En diciembre de 2010 pidió a todos los franceses que sacasen su dinero de los bancos, en señal de protesta contra el papel de las instituciones financieras en la crisis financiera.

Hasta dónde llega el irrepetible `niño malo' del fútbol francés lo veremos en los próximos meses. Lo que sí ha hecho es seguir los pasos de otros conocidos futbolistas que un día decidieron meterse en política. Es el caso del delantero liberiano George Weah, que fuera Balón de Oro en 1997, y quien se presentó a las elecciones por la presidencia de su país en 2005, aunque fracasó; en 2011 fue elegido vicepresidente. Otro Balón de Oro como el mítico rossonieri Gianni Rivera no solo triunfó en el Milan sino que alcanzó al Parlamento italiano y fue nombrado vicesecretario de Defensa en el Gobierno de Romano Prodi.

El propio Pelé llegó a ser ministro de Deportes entre 1994-98 en Brasil, incluso Zico ocupó ese cargo en el gobierno brasileño durante algún tiempo. Otros dos artistas cariocas como Romario y Bebeto fueron elegidos diputado federal y regional, respectivamente, por Río de Janeiro en 2010, el primero por el Partido Socialista Brasileño.

En el Cono Sur sudamericano hubo otro hombre del fútbol que también decidió `mojarse' en política, como fue Carlos Caszely, uno de los mejores futbolistas de la historia del fútbol chileno y del Colo-Colo, que no dudó en sumarse al gobierno de Salvador Allende, negarse luego a entonar el himno nacional con su selección como desprecio al régimen de Pinochet y ofrecer su imagen por el `no' en el plebiscito sobre la continuidad del dictador en 1988.

El fútbol y la vida

Aunque para curioso, el caso del delantero del Tottenham Roman Pavlyuchenko, adjunto del ayuntamiento ruso de Stavripol, y aunque sus obligaciones deportivas se lo impiden, cuando puede aprovecha para viajar allí o ayudar desde la distancia.

Del Este rescatamos también al legendario Oleg Blokhin, `la flecha ucraniana', miembro de un Dinamo de Kiev que dominaría en la Liga soviética en ocho ocasiones, y que llegó a ser parlamentario ucraniano. «Vamos a aprender de un Andriy Shevchenko o de un Oleg Blokhin, y no de un Zumba-Bumba que bajó de un árbol, le dieron dos bananas y ahora juega en la Liga de Ucrania», llegó a opinar sobre la Liga de su país ante la masiva presencia de jugadores africanos.

Tommy Docherty, jocoso técnico británico donde los haya, dijo sobre el tema: «Hay tanta política en el fútbol que no creo que Henry Kissinger hubiera durado ni 48 horas en el Manchester United». La realidad es que como contaba el argentino Eduardo Sacheri en su cuento ``Esperando a Tito'', «hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol».

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