TXOTXE ANDUEZA | Gasteiz
La «matrioska» de Urbina
Blanki era tan valiosa, que como las mejores esencias se guardaba en frasco pequeño. Eso sí, era una persona pequeña por fuera, pero enoooorme por dentro. De su vientre salieron 7 hijos e hijas, pero de su corazón salieron muchos y muchas más. Porque Blanki era de esas personas, de esas mujeres, que no ponen límites a su generosidad.
Su compromiso para con todo aquel que le rodeaba era incondicional, integral. Ponía todo su cuerpo, toda su vida, toda la intensidad en lo que hacía; sin cálculos, sin pensar en perjuicios ni beneficios. Era la quintaesencia de la matriarca vasca. Blanki, la matrioska de Urbina, la pequeñita, la que guarda directamente en su vientre el tesoro a defender, a proteger.
Cientos, miles de personas hemos tenido el honor de compartir con ella alguno o muchos momentos claves de nuestra vida. Con toda seguridad, las anécdotas se agolparán en las mentes de todas aquéllas personas que se cruzaron en su camino. Porque Blanki era todo un personaje, en el mejor y más honorable sentido de esta palabra.
Por eso, me guardo las mías para mí, pero de entre las muchas que me han venido estos días a la cabeza, rescato en estas líneas una del recuerdo colectivo, que simboliza quién era esta gran mujer. En la convulsa época de los 90, años después de que las balas policiales acabaran con Iñaki y estando Josu aún en prisón, alguien de HB tuvo la brillante idea de llevar a Blanki a un acto a Anoeta. Yo pensé «vaya embolada, ¿qué va a hacer en semejante sitio esta mujer?». Pues bien, Blanki no lo dudó, y se subió a aquel escenario, tan grande que resaltaba su pequeñez física. Se plantó firmemente en la tarima, cogió el micrófono, y ahí salió su fuerza, la esencia escondida en el frasco de su pequeño cuerpo. Las miles de personas que asistieron a aquel acto político, sin duda, lo recordarán.
Blanki se ha apagado, pero su aliento ha prendido y la llama de su amor sin condiciones nos iluminará para siempre. Gracias Blanki. De todo corazón.