Salió a la luz que, sólo en dietas de una sola de las entidades de las que pertenecían, aparte del sueldo de la administración pública, recibían al año más de 67.000 euros. Cobraban por reunión los que fijaban el número de reuniones.

Al ser inquirida sobre el hecho por una periodista, la Presidenta del conjunto de la navarridad, sonriendo declaró: «Eso forma parte del pasado». Efectivamente, habían transcurrido 24 horas. No devolvieron emolumento alguno y, como contrapartida por la pérdida de las dietas, se subieron el sueldo el 33% (33 sí, no 3.3 ni 3'3 o 3,3) los que tenían el poder de hacerlo. Por ello Yolanda Barcina destacó en el discurso de fin de año, después de afirmar que «no hay áreas que queden al margen de los sacrificios y esfuerzos que requieren los tiempos de crisis» señaló en este sentido, la «significativa» reducción de ingresos de los miembros de su gabinete.

¿Contradicción en los términos? ¿Mal construido el argumento? ¿Divergencia entre la realidad y el discurso narrativo de la misma?

No necesariamente. Simplemente seguir la estela de la lógica del Borbón y Borbón de las Españas que en su discurso navideño dijo: la justicia es igual para todos. Hubo que repetir la toma un sinfín de veces pues en Televisión española nadie pudo contener las carcajadas. Entre repetición y repetición las de maquillaje, afanosas, trataban de secar las lágrimas de los ojos del rey. Los de iluminación, con una mano procuraban contener los espasmos hilarantes de sus vientres mientras que con la otra, cerrada, golpeaban las mesas al tiempo que gritaban «muy bueno majestad, muy ocurrente, ni Chiquito de la Calzada». Los cámaras debieron de pellizcar sus partes nobles como modo de reprimir la risa y poder enfocar al monarca español. Dicen que hasta las figuritas del belén que le acompañan tuvieron pérdidas de orina. Afortunadamente el discurso no fue en fin de año, si no, a buen seguro, nos hubiésemos encontrado con miles de casos de asfixia por atragantamiento de uvas. La risa, por lo normal, tan deseable, algunas veces puede resultar muy peligrosa. La justicia igual para todos ¡Qué ocurrencia la del nieto de Alfonso XIII!

Poco después, afirmó el fiscal: no aprecio delito en el comportamiento de su alteza real la Infanta Cristina en el caso Urdangarín. La infanta creó junto con su marido, el duque, la promotora Aizoon (griego: Siempre viva) y con la sola inversión, por su parte, de 1.503 euros, en tres años obtuvo un beneficio de 571.000, a través de otra promotora de su marido llamada Nóos (griego: conocimiento intelectual) que a su vez los recibía de gobiernos como el valenciano y el balear. No hay culpa ni delito. A una visión innata para los negocios se le han unido el caprichoso azar.

Podemos pensar que, como el clero, dicen una cosa y hacen la contraria. Pero debe ser una apreciación errónea, producto de viejos prejuicios anteriores a la posmodernidad, porque, de lo contrario, hace tiempo que en una sociedad democrática como la nuestra, el pueblo soberano los habría colgado por los pies y degollado.