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Jonan GARCÍA | exrojiblanco y jugador del guadalajara

«Es cuestión de rendimiento y de resultados y ni los tuve, ni los di»

Fue una de las perlas de Lezama, integrante del equipo que se coronó campeón mundial cadete en 1998, torneo en el que fue nombrado nada menos que mejor jugador. Tenía 15 años. Hoy, este bilbaino (8-1-1983) que esta campaña milita en el Guadalajara de Carlos Terrazas en Segunda A, es un auténtico trotamundos del fútbol desde su debut con el Athletic. Lo tuvo todo, pero no pudo triunfar en su casa.

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Joseba VIVANCO

¿Qué tal está resultando la experiencia por Guadalajara?

Muy positiva. La ciudad es pequeña y muy acogedora, y el grupo humano de trabajo es fenomenal. De momento, además, he jugado todo y estamos cumpliendo con los objetivos.

Compartes plantilla con otros exrojiblancos...

Sí, con Joseba Arriaga, con Ander Gago y con Mikel Saizar. Todo es más fácil a su vera. Todo se hace más ameno.

Cumplidos los 29, la tuya es una trayectoria dilatada y que arranca con los alevines del Santutxu.

Así es. De allí estuve entrenando un año en los mini-lezamas y ya en infantiles pasé al Athletic. Me acuerdo de que íbamos a clase en Lezama, estudiábamos juntos, nos ponían un sicólogo, haciamos terapias individuales y grupales y la verdad es que me encantaba.Aprendí mucho aquellos años de chaval con José Abando. Me acuerdo mucho de todos mis entrenadores, de Argoitia, Urkiaga, Nogales, Ernesto, Edorta, Carlos y José Luis.

¿Con qué te quedas de aquellos primeros años?

Con los amigos que haces y, sobre todo, con cómo te van formando como persona.

Pero, sin duda, lo que marca un hito en tu trayectoria, y en la cantera rojiblanca, es aquel campeonato mundial de la Nike Cup en 1998, en París, siendo cadete, junto a los Jon Moya, Solabarrieta, Azkorra, Eder Martínez...

La verdad es que fue muy bonito. Teníamos un equipo muy bueno, pero, siendo sincero, me acuerdo más de la Torre Eiffel y de Eurodisney que de los partidos. Pero nos lo pasamos muy bien ese viaje.

El colofón fue que te nombraron mejor jugador de aquel `Mundial' cadete. ¿Mucha presión para ti a partir de entonces?

Aquello fue bonito porque luego me hicieron un contrato, pero, al contrario, nunca me supuso ninguna carga.

Con 15 años y siendo un referente en Lezama, ¿cómo lo llevabas?

La verdad es que te preparan para ello en Lezama, se hacía mucho hincapié en estas cosas, por lo que maduras antes que otros niños de tu edad. Teníamos muchos medios y eso ayudaba mucho a la hora de madurar.

Luego vinieron tres años en el filial del Athletic. ¿Qué tal fueron?

Lo cierto es que aprendí mucho. Pasé tres años empezando a ver ya el fútbol como algo profesional. Hasta entoces lo veía como un hobby; luego me di cuenta de que ésa era mi profesión.

Y el 30 de agosto de 2003 debutas en San Mamés y ante el Barcelona. ¿Imposible olvidarlo?

Sí, me acuerdo de que era contra el Barça, pero poco más. La memoria no es mi fuerte... (ríe).

Ernesto Valverde fue tu valedor para dar ese salto al primer equipo del Athletic. ¿Qué ha significado para ti?

Es verdad que Ernesto me brindó la oportunidad de jugar en Primera, pero también lo es que sin el resto de entrenadores que tuve y de los `compis', nunca lo hubiera conseguido.

Subiste al primer equipo al tiempo que Andoni Iraola...

Sí, subimos Endika Bordas, Andoni y yo. Pero al final terminé yendo a Castellón sabiendo que era muy difícil volver. A partir de ahí, cambié el chip y vi las cosas de otra manera. Tenía que espabilar.

Porque juegas en 23 partidos en el Athletic esa temporada, pero la siguiente ya sólo 14. Llega Mendilibar y ya no cuenta contigo.

No contaba conmigo y decidí marcharme. No soy de los que se arrepienten de las cosas.

¿Le encuentras alguna explicación a que no te consolidaras en el primer equipo?

Simplemente, a que mi rendimiento no fue el adecuado, si no hubiera jugado más.

¿La responsabilidad fue tuya?

Es todo cuestión de resultados y rendimiento y yo no lo tuve ni los di. La culpa es mía. Si hubiera tenido rendimiento me hubiera quedado, pero el responsable soy yo al cien por cien... Eso sin duda.

¿Fue difícil dejar atrás el Athletic?

Al contrario, fue fácil porque estaba preparado y sabía que es una profesión en la que hoy estás aquí y mañana en otro lado. Sabía que no iba a ser eterno.

De Bilbo a Castellón y sin billete de vuelta...

En Castellón jugué todo y luego fue fácil encontrar equipo. Volver se antojaba imposible, así que me fui a Murcia.

Castellón, Murcia, Aris de Salónica, Eivissa-Ibiza, Huesca, Lleida, Écija, Guadalajara... No has parado. ¿Eso es buena o mala señal?

Es bueno y malo. Haces amigos, conoces sitios, pero a nivel deportivo no lo veo tan bueno. Me hubiera gustado encontrar un sitio que me llenara en todos los ámbitos y no se dio el caso.

Porque no todas esas etapas han sido buenas...

No, han sido buenas... Soy muy positivo y en todos los sitios he sacado cosas buenas, porque las malas, para mí, están olvidadas y borradas. Lo bueno es casi todo; lo malo, las lesiones y ver que hay equipos que no pagan.

Supongo que el fútbol, hoy, para ti no tiene nada que ver con lo que pensabas de él cuando eras un juvenil...

El fútbol es una profesión y me di cuenta de ello cuando pasé al segundo equipo del Athletic. Hoy en día, lo sigo viendo igual. Es mi profesión, me gusta lo que hago y disfruto, pero nada más. No le doy muchas más vueltas de las que tiene... De hecho, nunca veo un partido... (ríe)

¿Sigues a este Athletic de Bielsa?

No mucho. Ya te digo que no me gusta mucho ver partidos... Estoy desconectado (ríe).

¿Cuántos años más te ves jugando al fútbol profesional?

El futuro está ahí... No sé lo que haré. Y años espero que me queden muchos... (ríe).

¿Cómo te ves el día que lo dejes?

Me veo con algún negocio, pero no lo tengo decidido. No sé ni dónde viviré. Hay que pararse a pensar y tomar decisiones. El fútbol ha sido y es mi profesión, aunque miro para atrás y veo el futuro; el pasado solo vale para aprender y orientar el futuro.

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