El aspirante a la candidatura presidencial republicana Mitt Romney hizo ayer públicas sus dos últimas declaraciones fiscales que revelan que su gran fortuna personal está sujeta a una tasa impositiva muy inferior a la del estadounidense medio.

Durante meses, el equipo de campaña de Romney se había negado a divulgar las declaraciones fiscales del expresidente de la firma de inversiones Bain, cuya fortuna se calcula en unos 250 millones de dólares.

Más de la mitad de sus ingresos en 2010 y 2011 provinieron de las rentas y dividendos de sus inversiones sobre las cuales el código impositivo estadounidense asigna un gravamen de hasta el 15%. La mayoría de los estadounidenses paga entre el 23% y el 35% en impuestos sobre sus orígenes ordinarios.

La cuestión de los impuestos se ha convertido en manzana de discordia en el debate electoral republicano, después de que otro de los aspirantes, el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich -vencedor en los «caucus» celebrados el sábado en Carolina del Sur-, retara al favorito Romney a dar detalles sobre el origen de su fortuna ganada como financiero. Por su parte, Romney instó a Gingrich, a quien llamó «vendedor ambulantes de influencias», a publicar los contratos de asesoría firmados con el gigante inmobiliario Freddie Mac, lo que hizo en parte el lunes por la noche, antes del debate televisado entre los cuatro precandidatos a la nominación republicana.

Por otra parte, el presidente, Barack Obama, tenía previsto presentar en su discurso sobre el Estado de la Unión -madrugada de hoy en Euskal Herria- su plan para fortalecer la economía, que incluye una subida de impuestos a los más ricos.