El título original del documental es «Rassvet/Zakat: Dalai Lama XIV», y la contraposición en el encabezamiento de los términos amanecer/atardecer da a entender que se trata de una crónica costumbrista de la rutina diaria del líder budista, desde que se levanta hasta que se acuesta.

Este se muestra en sus quehaceres cotidianos como un sencillo monje tibetano, que no se cree un santo hombre o un gran sabio, ni nada que se le parezca. Se deja grabar por las cámaras en su residencia de Dharamsala, zona del Himalaya indio donde vive exiliado. Y se le puede ver dando las bendiciones de cada día, en conferencias de prensa o en audiencias privadas. Habla del budismo, de su pueblo y de la brecha social entre países ricos y pobres. Convence por su franca naturalidad, ya que todos los conflictos en los que se ve inmerso los afronta desde una visión práctica de la religiosidad, convencido de que para estar en paz con los demás hay que estarlo primero con uno mismo.

Sorprende bastante que el realizador del documental no sea un experto en cine espiritual, sino un documentalista ruso que se ha dedicado a retratos de políticos de su país. Vitali Mansky es conocido por la trilogía consagrada a Mijail Gorbachov, Boris Yeltsin y Vladimir Putin.