Decíamos ayer que estamos en tiempos de coaching, pero tenemos una duda metodológica sobre dónde colocar el programa «¿Quién quiere casarse con mi hijo?» que se ha convertido en el mejor estreno de Cuatro en los últimos meses. El programa de marras es una copia de lo que habíamos visto en MTV en el que los padres buscan novias o novios para sus hijos o hijas. Una reality o un show, sin más, en que la forma de entender la vida americana se instauraba para comprender algo de esa sociedad que desde esta mirada lejana nos cuesta entender, y que, para agarrarnos a algo, la comparamos con el modelo de vida que retrata la magnífica serie «Familia Moderna» que, para suerte de todos, la van a emitir a partir de ahora en Antena 3, en horario de noche, y antes de ayer tuvimos una maratón con su primera temporada para ir poniendo al despistado personal al corriente.

Pues bien, la versión española de lo que se hacía en MTV que seguro ya sería una copia o versión de otra televisión, abunda en lo mismo, en crear un espectáculo televisivo, seudo erótico, en donde unos supuestos padres, buscan supuestos novias o novios a sus supuestos hijos. Lo de supuesto es que todo suena a mentira, a guión, a actores que representan papeles para que las entregas tengan algo de chicha. De nuevo, se trata de usar a personas supuestamente anónimas, desconocidas que representen a ciudadanos comunes, para convertirlas en seudo-referencias y espejo de la sociedad.

De lo visto en la primera entrega uno se queda con lo que significa de apertura de miras que se busque a un hijo, un novio, sin prejuicios. Pero el programa en sí mismo es indigesto porque se trata de seleccionar, desde la paternidad, lo que más conviene a su hijo. Es un modelo de familia estilo casa real, eligiendo consortes para llevar coronas o para desfalcos varios. Un mensaje muy horrible, aunque en momentos sea divertido, porque aparece esa figura tan manida en los chistes machistas: la suegra. Por cierto, una de las candidatas ha resultado ser una actriz porno. No se presentó así, sino como stripper, por lo tanto tenemos libertad para sospechar de todos. De principio a fin.