Hace algo menos de un mes, el 4 de enero, este diario abría su edición informando de que en cuatro años el número de personas desempleadas se había duplicado en Hego Euskal Herria, como consecuencia de la política fallida de unas instituciones que no han sabido, o no han querido, superar el envite de la crisis de forma satisfactoria para las ciudadanas y ciudadanos a los que en teoría sirven. Aquella información tomaba como referencia los datos del paro de diciembre de 2011, un pésimo año en el que 13.368 personas se sumaron a las listas del paro. Ayer, se dieron a conocer los datos de enero: 13.702 personas han perdido su trabajo en el primer mes de 2012, más que en todo el pasado ejercicio. Los adjetivos se van agotando.

El paro ha vuelto a marcar un hito, al superar el listón de las 200.000 personas, y probablemente la peor noticia es que las perspectivas no son buenas, más bien al contrario. Además, con subidas que oscilan entre el 8,27% de Araba y el 6,82% de Nafarroa, la tasa de desempleo se ha incrementado más que en ningún otro punto del Estado, cuyos desastrosos guarismos se ven cada vez más cerca. En este contexto, resultan lamentables declaraciones como las del viceconsejero de Empleo de Lakua, quien afirmó que las políticas de ajuste no van a solucionar «por sí solas» este problema, como si el ejecutivo al que pertenece no tuviera responsabilidad en las políticas económicas que se aplican en este país. De hecho, los recortes que están aplicando los gobiernos de Patxi López y Yolanda Barcina no solo no van a solucionar el problema, sino que van a agravarlo.

Apremiados por los mercados, agencias de ráting y organizaciones internacionales, las administraciones llevan desde el inicio de la crisis atendiendo a las demandas del capital y desatendiendo a las necesidades de la ciudadanía. La dejadez y la incompetencia institucional tienen buena parte de la responsabilidad en este drama cuyo fin se ve todavía muy lejos.