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Joan Tardà i Coma Diputado de ERC en el Congreso español

¡Aupa Arnaldo!

La insistencia de tener entre rejas a un líder político, a una persona comprometida y leal, amable y lúcida, solo responde a las carencias democráticas del Estado español y a un afán de odio y venganza

Soy catalán. Mi partido es Esquerra Republicana de Catalunya y en este caso las siglas no son inocuas como ocurre con otras formaciones políticas. Además, este es un partido que atesora una larga historia, que mucho tiene que ver con la caída de la Monarquía borbónica y la proclamación de la República, de la República Catalana por ende, luego de ganar por una contundente mayoría las elecciones de 12 de abril de 1931. Somos, en definitiva, de izquierdas, somos republicanos hasta la médula y nuestra nación es Catalunya o, para ser más precisos, los Països Catalans.

Tanto es así que nuestra estructura e implantación política responde exactamente a esos parámetros y que buena parte de nuestros mejores militantes son valencianos o baleares por mucho que seamos conscientes que la conciencia nacional no es uniforme en todo el país y que hay territorios donde la españolización ha hecho estragos.

¿Por qué entonces -alguien podría preguntarse- expresamos nuestro sincero cariño a Arnaldo Otegi y abogamos por una solución política y democrática que necesariamente debe incluir la excarcelación de todos los presos políticos vascos, el retorno de todos los exiliados y el ejercicio del derecho a decidir? Primero, y lo digo muy sinceramente, porqué el pueblo catalán lleva su solidaridad en la sangre. Dudo que haya otro lugar donde, por ejemplo, el alud de simpatía y pronunciamientos para con el «caso Egunkaria» -fuera de Euskal Herria claro está- haya sido de mayor magnitud. Pero eso probablemente lo podría contar mucho mejor Martxelo Otamendi.

Y segundo, compartimos con los vascos la necesidad de tener con el Estado español unas relaciones políticas soberanas y la voluntad de ser buenos vecinos, tal vez hasta aliados en el contexto de la Unión Europea. Pero en ningún caso podemos aceptar la actual situación de sumisión política y económica. Hoy por hoy, los catalanes y los vascos no tenemos estado o lo que es aún peor, padecemos uno que nos va a la contra.

La situación de Arnaldo Otegi no tiene parangón en la Europa democrática y la insistencia de tener entre rejas a un líder político, a una persona comprometida y leal, luchadora y generosa, amable y lúcida, solo responde a las carencias democráticas del estado español y a un afán de odio y venganza. Mientras, por un lado, Otegi y muchos otros están en la cárcel (por querer hacer política) y la represión ha llegado al punto de implantar de facto la cadena perpetua, por otro, España es un modelo sin igual de impunidad, absolutamente todo el franquismo ha campado a sus anchas pese a una herencia atroz y una feroz dictadura de cuarenta años donde se cometieron todo tipo de abusos contra los vencidos.

Mientras en otras latitudes se persigue la apología del nazismo o se pena la negación del holocausto, aquí hemos llegado al punto de banalizar el franquismo, de presentarlo incluso como un régimen amable y no como el siniestro régimen responsable de la muerte de centenares de miles de personas y de una calculada política de exterminio. Merece la pena leer a Paul Preston «El holocausto español» para darse cuenta de la brutalidad del franquismo y de esa solución final que quisieron aplicar de forma planificada. En España, los franquistas, y sus herederos, siguen disfrutando de los privilegios obtenidos durante tantos años y copando puestos de responsabilidad en todas las instituciones y aparatos del estado, en las grandes empresas privatizadas, en la gran banca y en todos los sectores estratégicos.

Otegi les asusta, les horroriza un escenario nuevo, sin violencia, de paz, de reparación de todas las víctimas y de reconciliación. Temen, como lo que son, una resolución en clave democrática. Sólo el pensar dar la palabra al pueblo les provoca canguelo. Otegi es un amigo, un compañero; su lugar, está entre nosotros. Y si alguien piensa que nos vamos a amedrentar por una denuncia, se equivoca. Seguimos, seguiremos.

¡Aupa Arnaldo! Otegi askatu!

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