A menudo se dice que el fútbol no es matemático. Y, sin embargo, los números tienen una presencia constante en el deporte. Desde el dorsal de las futbolistas hasta las medidas del campo, pasando por el peso de los balones o, claro, el cómputo de goles. A fin de cuentas, objetivo y esencia del balompié.

Y como cualquier otra faceta del deporte, también la de los números tiene su reina. Abby Wambach, estrella del fútbol estadounidense y pulverizadora de récords. El último le ha convertido en la máxima goleadora de la historia en citas internacionales que sigue en activo. Los dos tantos que firmó en la final del Preolímpico de Vancouver ante Canadá le permiten alcanzar los 131 y situarse a 26 -en su caso habrá que decir a solo 26- de un mito como Mia Hamm, amiga, mentora y excompañera de Wambach, retirada tras colgarse al cuello la medalla de oro en los Juegos de Atenas.

No es casual que se trate, en ambos casos, de futbolistas estadounidenses. Práctica, apoyo y seguimiento han convertido al país norteamericano en el paraíso del balompié femenino. Y a su selección en un conjunto casi invencible. Sin embargo, un equipo repleto de talentos no asegura la puntería de su delantera ante la portería rival -aunque contribuya-. Los goles de Wambach son también responsabilidad de sus compañeras, sí, pero sobre todo son consecuencia de un físico excepcional y una vida dedicada al deporte.

Wambach juega desde su más tierna infancia: nacida en Rochester en 1980, apenas tenía 4 años cuando dio sus primeras patadas al balón. Y pocos más cuando, compitiendo ya en torneos escolares, batió su primer récord: 27 goles en tres partidos.

La consecuencia más inmediata fue su paso al equipo masculino, donde siguió destacando igualmente. También lo hizo en el instituto -aunque por aquel entonces, con su 1'80 de estatura, combinaba fútbol y baloncesto-, con cuyo equipo ganó sus primeros reconocimientos individuales a nivel nacional y en la Universidad, en Florida, con la que siguió coleccionando títulos, trofeos y menciones.

Consejos

Pero fue con el cambio de milenio y recién entrada en la veintena cuando su carrera comenzó su despegue definitivo. Resultaron fundamentales su presencia en la selección sub'21 y su fichaje -fue la segunda jugadora del Draft- por el Washington Freedom para disputar la WUSA. En la selección conoció al técnico Jerry Smith, que le convenció de lo que podía llegar a ser. Y en su equipo coincidió con Mia Hamm, ya un ídolo por aquel entonces que, como reconoce Wambach, le ayudó «a pulir mis aptitudes físicas y a leer los partidos». Justo lo que necesitaba un portento físico como la estadounidense.

Con 22 años debutó con la selección absoluta, con la que se ha convertido en la delantera más letal del mundo. 131 goles, prácticamente la mitad de cabeza, muchos de los cuales han valido títulos y medallas. Sendas medallas de bronce en los Mundiales de Estados Unidos y China, el segundo puesto en el Mundial del pasado año en Alemania, o el oro olímpico en Grecia, relucen en un palmarés que, a nivel individual tampoco tiene desperdicio. Deportista del año estadounidense en cuatro ocasiones, esta temporada se ha convertido en la primera mujer en optar al Premio Puskas, con el que la FIFA reconoce el mejor gol del año -en competencia con Messi, Cristiano Ronaldo o el vencedor, Neymar-. Homare Sawa le arrebató en esa misma gala el Balón de Oro. No está mal para alguien que a menudo se describe como algo «mema».

Aunque no todo son alegrías. Wambach, una de las damnificadas por la suspensión de la WPS -precisamente las irregularidades de su equipo, el MagicJack, están en el origen de la misma-, se rompió la pierna en uno de sus mejores momentos, lo que le impidió participar en los Juegos de Pekín. Dos circunstancias que redoblan la importancia de su próximo objetivo, Londres 2012, donde espera colgarse el oro olímpico por segunda vez. Y, de paso, seguir reventando calculadoras a ritmo de récord.

La semana

Banquillos. Segunda destitución en Primera en el plazo de dos semanas. Primero fue el Valencia el que cesó a Xavier Tamarit para poner en su lugar a Cristian Toro, aunque el relevo no tiene efecto de momento. La semana pasada le tocó al Atlético. Juanjo Carretero dejó el banquillo colchonero y, aunque en Barañain lo ocuparon de manera provisional María Vargas y Pedro Sampedro, su sustituto es Jesús Núñez.

Descanso. No habrá jornada el próximo fin de semana, aunque sí compromiso internacional para algunas de nuestras jugadoras. El próximo miércoles 15, el estadio compostelano de San Lázaro acogerá el amistoso entre las selecciones de España y Austria.

Segunda. El Athletic B se mantiene al frente de la clasificación, pese a que no pudo pasar del empate en su visita al San Juan (0-0). El Oiartzun-Abanto se suspendió por las consecuencias del temporal, con lo que la ventaja de las rojiblancas se va hasta los seis puntos.

Precocidad. Se llama Lily Lawson, aunque empieza a conocérsele como «la Messi inglesa». Por calidad y por precocidad. Con tan solo 8 años, ha sido fichada por el Blackburn Rovers para su cantera, aunque lo llamativo es que se incorporará a un equipo masculino, al haber considerado los responsables del club que su proyección se podría ver frenada por competir en categoría femenina.

Vestimenta. La Confederación de Fútbol Asiático ha solicitado a la FIFA que permita el uso del hiyab en partidos oficiales, prohibido desde 2007. El pasado mes de junio, un delegado de la FIFA prohibió a la selección iraní enfrentarse a Jordania, al considerar que el uso del velo resultaba «inapropiado», una decisión muy criticada tanto por la Federación persa como por otros países de la zona.

Australia. El Canberra United se proclamó por primera vez campeón de Australia tras derrotar en la final al Brisbane Roar (3-2). Fundado hace apenas cuatro años, el Canberra es el único club de la W-League que se centra exclusivamente en el fútbol femenino.