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Política carcelaria

La playa de Zarautz espera a «Txuri»

Pili Pérez habló el martes con su hermano. Fueron apenas cinco minutos de teléfono, los justos para saber que estaba bien. Unas horas más tarde, y 1.142 días después de aquel 15 de diciembre de 2008 en que le impidieron volver a casa, «Txuri» sufría un infarto.

Ramón SOLA

José Mari Pérez lleva entre rejas desde el año 1987. Son 25 años que superan el alcance medio de cumplimiento de cualquier cadena perpetua en los países en que esta práctica está regulada oficialmente. Su caso difícilmente se explica solo con razones como la venganza; no se trata de un preso especialmente conocido en Euskal Herria, ni los medios españoles han hecho campaña sobre su historial... es un represaliado más. Pese a ello, falta de casa desde que la Guardia Civil se lo llevó hace un cuarto de siglo, y va camino de cumplir 30 años íntegros, lo que supondría un récord en cualquier país europeo. Y acaba de padecer un infarto el día 1.142 de su nueva condena: la provocada por la «doctrina Parot».

La propia evolución biológica dicta sus leyes, pero más aún cuando uno lleva media vida en prisión. A Txuri le han operado ya de la rodilla y la cadera, según explica su familia. Pero lo de ahora es mucho peor: se encontraba haciendo algo de bicicleta estática, una de las escasas actividades físicas que caben en prisión. Pili, hermana del preso, explicaba ayer que comenzaron a dolerle el brazo y la espalda. «Le dijeron que esperara un momento, y ahí estuvo, en el patio, hasta que llegó la ambulancia».

Una vez en el hospital llegó el diagnóstico: infarto. La familia recibió la noticia a las 8.00 de la mañana del miércoles a través de la asistencia social de la prisión. El día anterior, como cada martes, Pili había hablado con su hermano por teléfono el tiempo justo para comprobar que estaba bien e intercambiar la escasa información básica que cabe en cinco minutos de llamada.

Tras la mala noticia, la familia contactó con el hospital, y una enfermera les tranquilizó indicando que José Mari estaba «estable», aunque en la Unidad de Cuidados Intensivos. Cogieron el coche y se desplazaron de Zarautz a Burgos, donde al principio les pusieron pegas para llevar a cabo una simple visita. Finalmente llegó el fax correspondiente y pudieron entrar. Afortunadamente, explican, después ya no han tenido problemas para ver a Txuri.

La evolución fue favorable y el jueves el preso pasó a planta, donde continuaba ayer. «Mi hermano está bien, pero su situación es grave», resumía Pili Pérez con voz serena y arropada por decenas de familiares de presos ayer en Donostia. Sobrevolaba la rueda de prensa una cuestión que había que recordar continuamente: si José Mari hubiera sido liberado en 2008, cuando le tocaba por ley, la situación sería bien distinta.

El mismo día, por la mañana

En Zarautz, su localidad, conocen bien la situación de José Mari Pérez, mucho antes de este infarto. Hace unos meses se llevó a cabo una intensa campaña para recordar que cumplía ya 24 años preso y tres víctima de la doctrina de alargamiento artificial de las condenas. Su caso se abordó en el pleno del Ayuntamiento.

En enero, en vísperas de la movilización gigantesca de Bilbo, Txuri explicaba en una entrevista a ``Urola Kostako Hitza'' desde la prisión de Burgos que se acuerda bien del día en que le aplicaron la «doctrina Parot»: 15 de diciembre de 2008. «A medida que se acercaba la fecha, no era nada optimista, sobre todo viendo lo que les estaba pasando a otros compañeros desde 2006. Y eso mismo les pedía a los de mi casa: que no pensaran que me iban a dejar libre ese día (...) Finalmente llegó la fecha, y por la mañana vino la secretaria del juzgado a entregar un papel: ponía que, tras analizar de nuevo mi expediente, retrasaban la fecha de salida hasta 2017». Unas simples líneas para cargarle nueve años de cárcel más.

Antes de todo eso, José Mari Pérez pasó por Herrera, donde recuerda que «los carceleros y guardias civiles entraban a la cárcel con porras, palos, sprays... nos hacían un pasillo uno a uno y nos golpeaban contra la pared». Y también por Almería, de donde no le permitieron volver a tiempo para despedir a su aita, fallecido en 1995: «Es increíble cómo son capaces de jugar con esas cosas», rememora.

Txuri tiene claro qué quiere hacer cuando salga: «Ir a la playa a quitarme todos los gérmenes de prisión -bromeaba en la misma entrevista-... ¡Espero que el mar esté en calma porque llevo muchos años sin nadar!». Pero, ¿cuándo? Su hermana Pili levanta las cejas cuando se le pregunta si van a pedir su libertad y se le recuerda que a Txus Martín se le acaba de denegar: «Desde luego que la volveremos a pedir, pero...»

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