«Lo mejor para el país en esta situación es que dimita. No quiero dirigir el país con mano de hierro. Dimito», declaró el presidente de Maldivas, Mohamed Nasheed, en una comparecencia en televisión. El vicepresidente, Mohamed Waheed, fue nombrado poco después jefe de Estado, papel que desempeñará hasta noviembre de 2013, cuando concluía el mandato de Nasheed. La crisis política de este archipiélago situado en el Océano Índico se agravó cuando agentes de policía se sumaron a las manifestaciones que la oposición lleva a cabo hace varias semanas en la capital, MalÉ, y tomaron el control de la televisión estatal.

La pérdida del apoyo del Ejército hizo al presidente adoptar la decisión de dimitir. Según el coronel Abdul Raheem Abdul Lahteef, «por su propia iniciativa, el presidente se dirigió a la sede del Ejército para pedir consejo y saber si debía dimitir. Ha recibido el mensaje». Una fuente de la presidencia calificó el motín policial de «tentativa de golpe de Estado» fomentado por el expresidente Maumoon Abdul Gayoom.

Un dirigente del partido de la oposición, el Dhivehi Quamee, Hassan Saeed, dijo haber pedido al Ejército que detuvieran a Nasheed. Pero el Ejército desmintió que se hubiera producido un golpe de estado.

Los manifestantes reclamaban la dimisión del presidente, -primero elegido democráticamente en el país- desde que ordenó la detención del presidente del Tribunal Penal, acusado de mala conducta y de favorecer a miembros de la oposición.

«Su mandato ha estado manchado de nepotismo y corrupción y a menudo ha violado la Constitución», aseguró Saeed, que también le acusa de estar a las órdenes de judíos y cristianos en un país con 300.000 musulmanes suníes.