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Inko Iriarte | Batzarkide de Bildu en Juntas Generales de Gipuzkoa

Bildu, la obsesión del PNV

Después de haber estado años aprovechándose de la falsa y desproporcionada representatividad que les proporcionaba la ilegalización de la izquierda abertzale, les resulta insoportable que la sociedad vasca respalde con tanta fuerza el proyecto que representa Bildu

El cambio en la representación política e institucional y la irrupción de Bildu han supuesto un revulsivo en el panorama político. Dependiendo de la perspectiva, las sensaciones generadas abarcan un arco que va desde una gran ilusión hasta la decepción por la pérdida de un poder y un liderazgo que algunos consideran, todavía, innato y de propiedad exclusiva.

Asistimos desde mayo, después de la para algunos dolorosa aceptación de los resultados electorales, a una permanente estrategia de acoso y derribo contra Bildu. Parece que los intereses confluyen y Bildu se ha convertido en el enemigo común a derrotar, sea como sea, tanto para el PNV como para PSE o PP. Puede que no compartan estrategia, pero sí objetivo. En esta tesitura, el PNV está adquiriendo el papel de protagonista principal, dejando entrever su incapacidad para aceptar e interiorizar los resultados electorales y su obsesión por el poder. Significativa la afirmación de Urkullu de que solo el PNV puede ostentar la Lehendakaritza. Al parecer, además de haberse convertido en obsesión y prioridad absoluta, también lo consideran cuestión genética. ¡Deberían hacérselo mirar!

A estos partidos, después de haber estado años aprovechándose de la falsa y desproporcionada representatividad que les proporcionaba la ilegalización y la persecución contra la izquierda abertzale, les resulta insoportable que la sociedad vasca respalde con tanta fuerza el proyecto que representa Bildu.

Así, desde el minuto cero, se han dedicado a repartir leña con una sola intención: sembrar la impresión de que Bildu es incapaz de gobernar, de gestionar, de hacer política. Para ello procuran impedir una intervención institucional eficaz obstaculizando propuestas y proyectos que provengan de Bildu, ahogando en un mar de preguntas, interpelaciones, mociones, el funcionamiento institucional... Hasta aquí, totalmente legítimo en el juego de mayorías y minorías, aunque en ocasiones rayando la irresponsabilidad política y social.

Al hilo, y como curiosidad, quien quiera saber en qué va a consistir una parte importante de la actividad de la oposición en las Juntas Generales no tiene más que hacer seguimiento de la simbiosis práctica entre un conocido periódico que ejerce de «faro» ideológico y político del centro-derecha en Gipuzkoa y la oposición a Bildu. En el rotativo se escribe el guión de lo que luego escenifica la oposición, con amplio eco mediático posterior ¡No falla!

Lo que ya no resulta legítimo, ni aceptable, es que en ese intento por derribar a Bildu se utilicen mentiras o se engañe a la gente. Y en estas semanas hemos asistido a diferentes capítulos del todo vale contra Bildu. Por ejemplo, la vergonzosa utilización política de las inundaciones sufridas en Gipuzkoa; o la polémica artificial, impulsada por el gobierno de Patxi López, y aireada por otros partidos y medios de comunicación, en torno al supuesto descenso del turismo en Donostia, plagada de datos falsos e interpretaciones dirigidas a culpabilizar a Bildu. O el debate sobre el desfase en el gasto en la construcción de carreteras en Gipuzkoa, en el que a datos objetivos que reflejan una mala gestión por parte del PNV se responde con acusaciones fuera de lugar en ausencia total de autocrítica por el derroche del dinero público en ese y otros proyectos.

Estamos en una práctica política en la que pesa demasiado el efecto mediático y prevalece una máxima: que «la verdad no estropee un buen titular». La última guinda, por ahora, la ha puesto el consejero de Sanidad, afirmando que los casos de bebés robados no se van a poder investigar correctamente por una supuesta bomba colocada por ETA, bomba que no existió.

La entrada de Bildu como fuerza mayoritaria en las instituciones de Gipuzkoa abre nuevas perspectivas de trabajo, da paso a nuevos planteamientos, nuevas formas de hacer y entender la política, por, desde y para la sociedad, buscando la implicación y participación directa de organizaciones y colectivos que trabajan en diferentes ámbitos. El nuevo panorama político también permite dar pasos en el terreno de la soberanía política y económica, aunque parece que cuando más oportunidades existen de acumular fuerzas y acuerdos en ese sentido, el PNV vuelve a mirar a Madrid a la hora de establecer sus alianzas Todavía estamos a tiempo de unir fuerzas.

Por falta de tiempo, por la crisis, por falta de fondos... algunas prioridades de Bildu aún no han podido ser desarrolladas con la intensidad necesaria. Pero los compromisos y criterios de actuación siguen en pie. Transparencia en la gestión, participación ciudadana, prioridad a los servicios públicos, freno a macroproyectos o infraestructuras innecesarias; creci- miento y transformación en términos de sostenibilidad y respeto al medio ambiente... Y junto a ello recuperar la confianza en la política -no en los políticos- como instrumento de reivindicación, acción y participación. Será la sociedad la que juzgue.

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