EL Goya de animación de este año está muy competido y «Aita, zonbia naiz» habrá de disputarse la estatuilla con «Arrugas», una película diametralmente opuesta que trata sobre la vejez. Su público es más joven, y prueba de ello es el Premio Enfants Terribles recibido en el Festival de Gijón. No porque la protagonista sea una adolescente llegará únicamente a esa franja de edad, pero no cabe duda de que Dixie es una chica gótica, como las hay tantas hoy en día en los institutos. Así que el grado de indentificación generacional es muy alto.

Dixie tiene 13 años y es la rarita de clase, una condición que siempre acarrea problemas de integración en el grupo. El maquillaje siniestro que usa, el teñido del pelo color violeta y el vestuario en negro la sitúan en una posición un tanto rebelde. Pero la verdadera procesión va por dentro, ya que sus padres se han divorciado y desconfía de su mejor amiga. Todo se viene abajo la noche en la que su padre, dueño de un negocio de pompas fúnebres, la invita a la feria. Allí será testigo de una escena de total desengaño, al ver al chico de sus sueños en los brazos de la que ya pasa a ser su rival. En su loca carrera de huida hacia ninguna parte sufre un accidente en medio de la tormenta, a resultas del cual acaba convertida en una muerta viviente. Para ella ya no se trata de dejarse llevar por una moda más o menos oscura, sino que se ha convertido en un ser de ultratumba. Menos mal que porta un medallón regalado por su madre, que le permitirá invocar el ritual de Azoth, el cual abre una puerta de regreso a la vida.

La producción la comparten Abra y Digital Dreams, lo que hizo que el proyecto se desarrollase a caballo entre Bilbo y Barcelona.