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Txisko Fernández | Periodista

Grandes faustos y crisis van de la mano

La inauguración oficial de la torre Iberdrola puede convertirse en un hito fastuoso en la historia de Euskal Herria. En plena crisis económica, cuando hay gestores de centros educativos mirando las cuentas con lupa para no tener que tomar medidas extremas como apagar la calefacción (aunque haya sido solo por unas horas, eso ya ha pasado en más de un centro), de nuevo se monta con gran pompa el recibimiento a un miembro de la familia Borbón en Bilbo.

La torre Iberdrola ya ha recibido su bautizo real en un acto fastuoso de esos que tanto le gustan al alcalde Azkuna y su prole política, siempre dispuestos a formar parte del séquito de los monarcas españoles.

No les voy a asustar con cifras, pero sí les quiero recordar que los beneficios de la eléctrica vasca siguen escribiéndose con tantos números que lo más ajustado para referirse al tema es decir que, ejercicio tras ejercicio, consigue sacar «tropecientos» millones de euros después de descontar los impuestos y los reales sueldos que se imponen a sí mismos sus directivos.

No hay que rasgarse las vestiduras. Ya sabemos que en tiempos de crisis, por muy grande que sea la depresión, siempre hay quien gana más. Pero lo que no habrá que olvidar cuando vengan tiempos mejores es que quienes realmente han soportado la crisis son quienes las han pasado canutas, quienes han firmado contratos basura, quienes han pasado meses, incluso años, buscando un empleo digno, quienes se han apretado el cinturón, quienes no han defraudado a Hacienda.

Es muy probable que desde la cúspide de la flamante torre que embiste al cielo bilbaino se vea la actual coyuntura con una perspectiva distinta a la que tenemos «los de a pie». Pero resulta que vivimos sobre el mismo suelo y que ello nos obliga a compartir deberes y derechos. Que no lo olviden.

La pompa con la que se celebran actos tan flamantes como el de la inauguración de la torre Iberdrola nada tiene que ver con la realidad social, pero sí tiene que ver mucho con el sistema económico en el que vivimos. Esta es la perspectiva que no hay que perder: mientras se debate si este es el momento más adecuado para ir a la huelga general, lo que realmente preocupa a quienes aplauden las reformas del PP es agradar a su graciosa majestad. ¡Qué risa!

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