Antonio Alvarez-Solís | Periodista
Vestidos de desnudez
Es como penoso ese lenguaje del PP en demanda de perdón por lo que se ve obligado a hacer con los ciudadanos. La ministra de Trabajo, Sra. Báñez, acaba de solicitar su absolución a unos novecientos mil pensionistas por recortarles sus pensiones. A mi esta política de dolerse por la herida que se causa a otro me parece de una gazmoñería irritante, sobre todo cuando de la operación salen exultantes los que observan alborozados las amputaciones en el quirófano, cosa que sucede con los empresarios de la CEOE. La derecha española, que ha convertido el fascismo en un pañuelo de encaje, ha decidido que la buena educación verbal constituye le mejor respuesta ante las privaciones que ha decretado para la mayoría de la sociedad. La directora general del INSS, Sra. Martín Mendizábal, envía una carta a los pensionistas rebajados en que lamenta «los inconvenientes que está situación les haya podido causar». Al aumento del consumo de patatas viudas llama «inconveniente». Dado lo que está pasando, el «inconveniente» abarca una amplia gama de cuestiones generales: la imposibilidad de pagar las hipotecas, la facilidad para dejar a la gente sin empleo, la rebaja en los servicios sociales, la mengua de la educación, la agravación de las penas, la renuncia a la protección frente a los abusos de las multinacionales... El Sr. Rajoy se asoma cada día a la ventana, se limpia una lágrima solidaria, nos patea la región urogenital y dice, como si fuera maño, que lo que nos pasa no es nada en comparación con lo que nos va a pasar. Luego añade que tanto dolor es preciso para que los supervivientes vivan bien dentro de veinte o treinta años. Uno ya está muerto.