Carmen Machi afronta este trabajo en un registro a contrapelo. Pero su calidad se va aposentando, va atrapando a esa Helena, «la mujer más bella del mundo», y la convierte en una mujer capaz de callar, y capaz de gritar. Su interpretación es de alto voltaje, aunque en ciertos momentos, se coloque al borde del abismo, con un personaje muy imprecador a los dioses, que cuenta una historia tremenda, que se va emborrachando, lo que requiere mucho control para no caer en el patetismo interpretativo. Y consigue sortear esas dificultades y dotarle de credibilidad, porque hace bueno un texto que tiene lagunas, porque mantiene una presencia escénica majestuosa pese a las situaciones caprichosas que propone la dirección. Se disfruta a una buena actriz.